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Sin Bravo, Pumas se hace inofensivo
Un autogol del capitán de los universitarios, Darío Verón, dio sentencia a un partido donde el conjunto de José Luis Trejo no encontró opciones claras de gol y se presenta justo en el primer partido de ausencia de su goleador Bravo, por lesión.
La ausencia de Martín Bravo condicionó el desempeño ofensivo de los Pumas. Ayer, más que nunca en el torneo los universitarios fueron predecibles en su juego, monótonos al ataque e imprecisos en los pases. Los números, fríos y contundentes, indican que a pesar de la derrota 2-1 ante Monterrey, los felinos se ubican en el cuarto lugar de la clasificación; pero la falta de su referente goleador desnudó las carencias de un equipo que no tiene variantes para suplir al argentino y que cayó ante el sotanero del torneo.
Así de impredecibles son los pumas de Trejo. Inspirados, en un partido pueden ganar de visita a América, al campeón León y golear a Atlante; pero también pueden perder una ventaja de dos goles, como ante Puebla, o caer ante los rayados, que llegaron al Olímpico Universitario como el último clasificado del torneo.
Sin Bravo en la cancha las ocasiones de peligro en la portería contraria disminuyeron. De los cinco disparos a gol que promediaban antes del encuentro, ante Monterrey apenas lograron cuatro. El primer disparo a meta llegó hasta el minuto 22, pero Efraín Velarde voló el disparo. Dante López e Ismael Sosa eran incapaces de coordinar movimientos y pases con Daniel Ludueña, por lo que dejaron escapar tres ocasiones que los hubieran dejado solos frente a Jonathan Orozco.
Además, el equipo visitante anotó en el único disparó a gol que tuvo en el partido. Omar Arellano recibió de espaldas un pase filtrado y conectó de bolea el esférico para el primer tanto del partido, a pesar de que el dominio del partido era de los locales.
Fue el ímpetu de Darío Verón el que rescató y derrumbó, posteriormente, a los pumas. El defensa paraguayo mostró su liderazgo agregándose en un par de ocasiones al ataque, impulsó a sus compañeros y pidió el balón para rematar en el área contraría. Esa ambición fue recompensada al inicio del segundo tiempo, cuando se levantó para conectar de cabeza un tiro de esquina que mandó Ludueña.
El gol fue un golpe anímico para los locales, que tenían más de 40 minutos para lograr la victoria. No obstante, el clima inclemente y la falta de variantes a la ofensiva, luego del poco desequilibrio y soluciones que aportaron Diego Lagos y Daniel Ramírez, diluyeron a los auriazules.
UNA DESAFORTUNADA ACCIÓN
Por si fuera poco el capitán del equipo, Darío Verón, que con determinación empató el partido, destrozó, sin querer, el ánimo de sus compañeros con un autogol al querer despejar un centro largo del portero de rayados.
A pesar de los 20 minutos que quedaban por delante, el equipo de la UNAM no pudo recuperarse y extrañó demasiado al único futbolista capaz de sorprender a los rivales. Los pumas que hace una semana lucían poderosos, sin Martín Bravo regresaron al fastidio de la derrota.
eduardo.hernandez@eleconomista.mx