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El terrible legado de Fidel Castro
Enfermo y despojado de poder político real, el ícono revolucionario de 90 años se convirtió para algunos en un símbolo.
En contraste con una larga vida de violencia, tanto psicológica como física, la muerte de Fidel Castro a sus 90 años fue, al parecer, pacífica. El dictador comunista cubano que gobernó de 1959 hasta que la enfermedad le obligó a delegar el poder a su hermano Raúl, en el 2006 no hizo nada más que desvanecerse. Una conclusión poco probable para una carrera turbulenta, que muchos de sus enemigos, incluyendo gobiernos como el de Estados Unidos, con gusto podrían haber terminado de manera abrupta hace muchos años.
Con su muerte, Castro deja el legado de una revolución de 57 años, que si bien superó su propio peso en los asuntos mundiales, especialmente en América Latina, en los últimos años se convirtió en una pieza decrépita de un museo del totalitarismo al estilo soviético. Debido a las objeciones de Fidel, Raúl Castro ha tratado de adaptar y preservar el régimen, incluso a través de la nueva apertura con Estados Unidos. La iniciativa del presidente Obama, ha traído más dólares y turistas a la isla, pero ningún alivio a la represión sofocante y con frecuencia violenta de las libertades de expresión, reunión y otros derechos fundamentales.
Bajo el gobierno de Fidel, la salud pública y la alfabetización de los cubanos fueron significativamente mejores que los de muchos otros países latinoamericanos (aunque también es cierto que lo fueron antes de la revolución).
Sin embargo, para obtener esos logros , el pueblo cubano paga un precio terrible, muy alto al esperado cuando el señor Castro rugió en La Habana con la promesa de restaurar las libertades políticas que perdieron durante la dictadura respaldada por EU, y la cual derrocó. Aunque contraproducente para sus políticas sociales ostensiblemente humanas, la represión política de Castro llegó a un extremo que habría hecho ruborizar a su predecesor, Fulgencio Batista.
Iniciando con las ejecuciones sumarias masivas de los funcionarios de Batista y progresando rápidamente al internamiento de miles de hombres y mujeres homosexuales; sistematizando, bloque por bloque, la vigilancia de toda la ciudadanía; purgas repetitivas, con juicios y ejecuciones, dentro del partido que gobernaba; además de castigar a los artistas, escritores disidentes y periodistas.
El régimen de Castro aprendió su patrón totalitario que también buscaba contrarrestar a su adversario estadounidense de la Unión Soviética, cuya ofensiva nuclear fue bienvenida por la isla, llevando al mundo al borde de una guerra.
Castro también patrocinó diversos movimientos subversivos violentos en media docena de países latinoamericanos, incluso en su vejez ayudó a Venezuela a dirigirse hacia la catástrofe económica y política a través del patrocinio de Hugo Chávez.
La economía de Cuba antes de Castro, era excesivamente dependiente de las exportaciones de azúcar, lo que dejó a muchos en la pobreza, y el postembargo comercial de Estados Unidos en 1961, no ayudó a prosperar su revolución. Pero, el propio Castro ocasiono, con mucho, la mayor parte de los daños, empobreció a la isla a través de un control estatal total, que de vez en cuando era interrumpido por sus propios esquemas; la nefasta cosecha de azúcar de 10 millones de toneladas en la década de 1960 y el brutal período especial de austeridad, después de que los subsidios soviéticos terminaran en la década de 1990.
En la actualidad, Cuba vive del petróleo venezolano y del dinero enviado por los millones de disidentes que huyeron del régimen de Castro; también depende de los turistas, entre ellos un número creciente de estadounidenses, muchos de los cuales, por desgracia, son atraídos por el comercio sexual que es tolerado de manera oficial. En este sentido, la revolución ha hecho que la isla caiga en tiempos similares a los días de Batista.
Es poco probable que con la muerte de Fidel Castro cambien las cosas, gracias a la consolidación del régimen de Raúl Castro. Pero propicia un impulso adicional para que una nueva administración en EU reconsidere las relaciones con la talentosa, pero devastada nación que Castro deja tras de sí.