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Geopolítica

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"No olviden a Julian Assange", implora el líder de su defensa

No deben minimizarse las agresiones contra la libertad de expresión, argumenta el jurista español Baltasar Garzón.

Foto: Cortesía Víctor CisnerosFoto: Cortesía Víctor Cisneros

Este sábado, el jurista español Baltasar Garzón, director del equipo de defensa jurídica del periodista y activista Julian Assange, fundador y portavoz del proyecto de difusión Wikileaks, quien el pasado jueves 11 de abril fuera detenido en la embajada de Ecuador en Londres por la difusión de información confidencial del gobierno de Estados Unidos, presentó en el Hay Festival Querétaro 2019 su libro “No a la impunidad: jurisdicción universal, la última esperanza de las víctimas” (Debate, 2019).

Ahí, de manera previa a la conversación que sostuvo con el periodista español Pablo Ordaz en el Teatro de la República, El Economista conversó con el exjuez y magistrado ibérico sobre su activismo en favor de la lucha, en su país y a nivel internacional, contra los crímenes de lesa humanidad, terrorismo, corrupción y delincuencia económica.

Habló sobre el caso Assange, a propósito de la solicitud de extradición por parte del gobierno norteamericano, cuya orden fuera firmada por el ministro del Interior británico Sajid Javid en junio pasado.

“Evidentemente, como parte de la defensa, me toca luchar por Assange, pero también pedir a todos los medios de comunicación que no lo olviden ni a lo que ha significado Wikileaks. Tenemos una tendencia demasiado habitual a olvidar. El peso de la memoria es muy grande y el olvido es muy veloz, pero justamente uno de los argumentos de la defensa es que no se minimicen las agresiones contra la libertad de expresión”.

Opinó, además, sobre la gravedad en el caso de que se concrete la extradición del activista, actualmente detenido en Londres, a Estados Unidos o Suecia, dado que consentirla sería como cerrar los ojos ante el tipo de agresiones que, de manera sistemática, también se producen contra los periodistas.

“Tenemos que poner ese tema en el orden del día para que no se olvide. Esa presión desde la sociedad organizada, desde los medios, es lo que va a ayudar a que la reflexión que se haga sea capaz de demostrar realmente de lo que estamos hablando. Si analizamos los hechos que se imputan a Julian Assange, yo no veo por ningún sitio dónde está el hecho criminal. Ha sido la difusión de hechos delictivos o presuntamente delictivos cometidos desde las estructuras del Estado, desde las cúpulas empresariales; intereses corporativos gravísimos que no han sido investigados ni lo están haciendo. Sencillamente lo que se está haciendo es justificar esa falta, esa omisión de investigación, señalando a quien la denuncia. Eso es muy grave”, añadió finalmente.

Abogar por las víctimas desde lo internacional

Desde 1981, Baltazar Garzón se ha involucrado en la pugna por la investigación y el castigo de crímenes de gran impacto, como el caso del exdictador chileno Augusto Pinochet, quien fuera arrestado en Londres, en 1998, producto de la lucha de Garzón, quien entonces era juez de la Audiencia Nacional de España, por la presunta implicación del dictador en delitos como genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas, ocurridas durante su dictadura entre 1973 y 1990.

Asimismo, Garzón abogó por el levantamiento de cargos por delitos de lesa humanidad contra la dictadura argentina, ente 1976 y 1983, en cuyo caso se logró en España, por parte de la misma Audiencia Nacional, una condena para el militar argentino Adolfo Scilingo a 640 años de prisión después de haberse probado su culpabilidad por la muerte de una treintena de personas.

“El libro lo que busca es dar a conocer todos los esfuerzo que desde cada uno de los países se han hecho, especialmente, a través de la jurisdicción universal, de la persecución de crímenes muy graves, como el genocidio, lesa humanidad o crímenes de guerra; y lo hace tomando ejemplos de aquellos casos que se han judicializado. En algunos ha habido éxito, en otros nos, pero lo importante del mensaje es, y lo dice en el ante título, que no se nos puede ocultar que este tipo de delitos, cuando deberían de ser los que con más energía se persiguieran por los diferentes Estados, desde la justicia, son los que menos se persiguen porque esa falta de persecución obedece a intereses políticos, diplomáticos y económicos”, explicó.

Argumentó que no puede haber impunidad cuando se trata de casos como los ya mencionados. Opinó que siempre debe haber una instancia que confronte las decisiones de ese tipo sin importar dónde se cometieron, quién los cometió o la nacionalidad de las víctimas.

“El libro quiere transmitir el mensaje de que (la jurisdicción universal) no es un instrumento peligroso sino necesario para que no haya esa impunidad y que, evidentemente, los ataques contra la misma son constantes pero también la forma de responder a esos ataque es que, cuando se cierra una puerta en un país, se abre en otro país para que, al final, las víctimas puedan recibir justicia en alguna parte del mundo y que no se queden en el olvido”, complementó.

Refirió que, en el caso de los incendios de la Amazonia, por ejemplo, “cuando la comunidad internacional ofrece ayuda y Brasil (en voz de Jair Bolsonaro) exige que no se ataque a su soberanía porque hay una crítica. Pero no se trata de un ataque sino de la defensa de la propia humanidad en un hecho que no sabemos quién lo está detonando pero es real y el daño lo vamos a sufrir todos, no solo los ciudadanos brasileños; por tanto, también tenemos derecho a que se conozca lo que está ocurriendo y que se evite”.

Durante la conversación que Garzón sostuvo con el periodista Pablo Ordaz, en el Teatro de la República, el jurista fue ovacionado después de lanzar frases como: “Al Estado a veces hay que golpearlo con un trozo de realidad, decirle que las cosas no son así”, “no se puede negar que existe el crimen organizado. Hay que tomarlo por las orejas y enfrentarlo con ello”, “no nos es posible aceptar que nos hemos equivocado en afrontar la lucha contra el narcotráfico” y “una ley deja de ser ley cuando es injusta o no se aplica”.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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