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Economía ambiental

Los ambientalistas siempre han tenido un conflicto con los economistas porque los primeros estudian cómo se produce, a qué precio y cómo se distribuyen los bienes y servicios, y los segundos dicen que jamás cuidan los recursos naturales en el proceso de producción de éstos.

La verdad es que el asunto es algo más complejo de lo que parece. Durante casi dos siglos, los ingleses y los estadounidenses han producido más dióxido de carbono y de azufre (y lo han liberado en la atmósfera) que lo que naturalmente la Tierra llega a generar. Esto hace que se modifique el ciclo de carbono y tengamos efecto invernadero y calentamiento global. La causa más probable es la actividad económica del ser humano derivada de la revolución industrial.

La paradoja del crecimiento económico viene cuando las economías destinan más dinero a la investigación y la gente se da cuenta de que si siguen produciendo con los mismos estándares, el planeta no tendrá suficiente tiempo de regenerar los recursos naturales. La duda es: ¿producimos más bienes y servicios que satisfagan la demanda de la gente, no importando los efectos ambientales, o cambiamos la forma de producirlos para que las generaciones futuras no tengan una mayor escasez de los recursos naturales?

Las mentes conscientes del siglo XXI decidirían modificar la forma de producir los bienes y servicios que consumimos para no afectar el medio ambiente, pero hacer esto también tiene una implicación económica tanto para los consumidores como para los productores.

Y así tenemos en nuestros días toda una gama de bienes que no son agresivos con el ambiente, cuyo precio es más alto, dadas las certificaciones y el pago de impuestos que las empresas tienen que hacer por convertirse en productores verdes. Y el consumidor que tiene las posibilidades de gasto compra esos bienes más caros, pero menos contaminantes, para que su consciencia esté tranquila por algún tiempo.

Pensar en los procesos económicos sin comprometer el uso de los recursos naturales de las siguientes generaciones ya no debe ser una cuestión de moda o de prestigio empresarial. Es una cuestión de consciencia económica. El grado superlativo de esta situación es que las empresas se dediquen a producir bienes y servicios para nadie, pues si no cambiamos nuestras formas y costumbres de hacer economía, el riesgo es la propia existencia del ser humano.

Si producir con tecnologías limpias tiene un costo económico más alto, deberíamos pensar en los costos que tendríamos que enfrentar de no hacerlo. Es un análisis simple de costo-beneficio.

*El doctor Eduardo Carbajal es el director de la sede Perú del Tecnológico de Monterrey. Correo electrónico: ecarbajal@itesm.la

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