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Opinión

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Hacia adelante

Las costumbres, el desarrollo de las sociedades y su acomodo político y social, nunca están exentos de su pasado.La sociedad mexicana y la del mundo, si no nos queremos sentir huérfanos, tiene largas cadenas de vinculación y de consecuencias con el presente. Leo a Jesus Silva Herzog Marquez (nexos, agosto de 2024) y me asalta una idea. El presente se ha vuelto una camisa de fuerza para el futuro.Todo parece terminal, urgente, inaplazable y nada está más lejos de la realidad. En efecto, el futuro es producto de un buen entendimiento del presente o del pasado. Una proyección razonable de lo que nos espera.

Luego leo a Liebano Sainz (Milenio 24/08/2024) y su contundente llamado a repensar el futuro de nuestro paíssobre bases que no conocemos; que no son el pasado o su regreso, sino con mirada alternativa y, desde cierta perspectiva ignota. En particular, porque la 4t, no ha planteado una ruta de viaje, sino acciones cotidianas para desmantelar lo construido a lo largo de 40 años. Como ellos dicen: una revolución sin armas, pero demoledora de lo que habíamos construido a lo largo de este tiempo.

Hay que decir lo primero: mi generación (yo tengo 62 años) no logró anidar en la vida social, política y ética una visión que privilegiara la pluralidad, la democracia liberal, mecanismos anticorrupción, eliminación de la impunidad y la tolerancia.

Lo que llamaron alguna vez, Carlos Tello Diaz y Rolando Cordera en su libro “Una disputa por la nación”, partía de una máxima: el estado mexicano como gobierno y conducción de la vida pública estaba en disputa entre una visión desarrollista (simplifico) y una visión neoliberal (también simplifico). 

Olvidaron una cosa. No era el ejercicio de gobierno y la conducción de la nación lo que estaba en disputa. Estaba en conflicto la narrativa del país que queríamos ser: modernidad y globalidad a toda costa o sustitución de importaciones, y desarrollo de una industria nacional fincada en el consumo interno. 

Moderno, en pos de la democracia liberal vinculada con el mundo y la globalidad o un país viéndose el ombligo con los recursos suficientes para crecer y engrandecer la economía de nuestro país con base en un, cada vez más, depauperado consumo nacional, movido por el mismo egoísmo de sus clases empresariales, bajos salarios y maximisación de ganancias. Dicho de otra manera: Uno que dejaría que la impávida clase empresarial de nuestro país siguiera medrando de rentas surgidas de la falta de competencia (especialmente, la internacional) y se conformara con tener empresarios ricos y empresas pobres, con un enorme déficitde productividad en términos internacionales o una confrontación con el extranjero y a buscar nuevas alternativas.

Vistas las cosas como se presentan en estos días, en particular cuando el INE abdicó de su responsabilidad para dar cada fuerza política su justa dimensión en la Cámara de Diputados y que es muy probable que le Tribunal Electoralhaga lo mismo, tenemos que repensar hacia dónde nos dirigimos, como habremos de defender nuestras libertades y nuestros derechos y como enfrentaremos la aplastante mayoría (aunque tenga una fuerte dosis de ilegitimidad) en el desarrollo de nuestra vida colectiva, en las prioridades que habremos de observar con el nuevo gobierno y los abusos, que los habrá sin duda, en los que la 4t incurrirá, ni duda cabe en el futuro más próximo. La moneda está en el aire. Nada más, pero nada menos, también.

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Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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