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Las participaciones se quedan cortas y los estados “como si nada”
El Fondo de Estabilización de Ingresos de Entidades Federativas (FEIEF) se creó en 2006 con el objetivo de compensar a las entidades federativas cuando los desequilibrios presupuestales no permiten a la Federación cubrir en su totalidad con la Recaudación Federal Participable (RFP) estimada. Algunas de las razones por las que la estimación puede quedarse corta en un determinado año, se relacionan con un crecimiento económico menor a lo esperado, ajustes en el tipo de cambio, variaciones en el precio internacional del petróleo o incluso fenómenos tan disruptivos como lo fue la pandemia por Covid-19.
Lo que es cierto, es que cada vez es más común que esa estimación asociada a las participaciones no se cumpla. Hay varios problemas que se desprenden de ello, entre los que se incluye el hecho de que los estados calculan sus respectivas leyes de ingreso con base en el monto que esperan obtener por dichas participaciones y, en consecuencia, su gasto depende de su disponibilidad. Para tener una referencia, en el año 2022, las aportaciones y participaciones representaron 83% de los ingresos totales de las entidades federativas y en el mismo año la dependencia para los municipios, como proporción de los ingresos municipales, fue de un 72 por ciento.
Dos años recientes en los que hubo una diferencia notoria entre las participaciones programadas y las observadas fueron 2019 y 2020. Esta situación se repite en el 2023, pues a septiembre de este año el fondo tiene un saldo de 23,525 mdp, cuando el diferencial entre el monto estimado de participaciones y observado es de 60,998 mdp. Y ¿qué se hace para cubrir dicho diferencial y no afectar a las entidades federativas en su gasto inmediato? La respuesta está en el endeudamiento, el cual, al final del camino, lo acaban absorbiendo las mismas entidades federativas. Otra situación preocupante es el hecho de que en estos años el FEIEF no ha logrado restablecerse a su nivel de 2018, cuando tenía un saldo de 88,722 mdp.
Si bien la situación antes descrita inquieta a las entidades federativas, lo más alarmante es el hecho de que no toman acciones concretas para revertir la dependencia de la Federación, la cual en 2006 llegó a representar hasta del 86% de sus ingresos totales. Los focos rojos son claros. La dependencia es alta y las consecuencias negativas de dicha relación se hacen más visibles cada año. En términos de las soluciones al problema, una sería que la Federación tuviera la voluntad política para inyectarle más recursos al FEIEF, lo cual se ve poco probable. La segunda, que los estados recorten su gasto y hagan sus planeaciones con números más conservadores, continúen endeudándose o bien que incrementen sus ingresos propios por la vía impositiva.
La opción más responsable sería sin duda la de aumentar sus ingresos propios y para ello existen algunas alternativas: crear nuevos impuestos como parte de sus facultades tributarias (o pugnar por una ampliación de facultades), aumentar las tasas de los impuestos ya existentes, mejorar la eficiencia administrativa o eliminar las renuncias recaudatorias que no han cumplido con el fin para el cual fueron creadas.
La realidad apunta a que los estados, al igual que los municipios, no han querido absorber el costo político que implica la mayoría de las opciones antes expuestas. Por ejemplo, en el 2012, cuando se le permitió a los estados diseñar e implementar su propio impuesto a la tenencia, la mayoría decidió, con el ánimo de agradar a su electorado, prescindir de la recaudación proveniente de este impuesto.
Para 2023, son siete los estados donde se paga la tenencia: Baja California, CDMX, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Puebla y Querétaro. En el resto de las entidades se paga un refrendo anual (24), con excepción de Yucatán, donde no se paga nada por este concepto.
El panorama es bastante claro, la dependencia de los estados y municipios de las aportaciones y participaciones federales es cada vez más riesgosa. Actualmente, el desequilibrio entre la RFP estimada y la observada se ha “solucionado” mediante un mecanismo de potenciación del FEIEF que implica la emisión de deuda, cuyo costo varía dependiendo de las tasas de interés. En este sentido, al recibir ese “complemento” de las participaciones faltantes tiene se sigue debilitando y presionando las finanzas de las entidades federativas.
Las elecciones del 2024 están a la vuelta de la esquina, y las y los candidatos de los diferentes ámbitos de gobierno no abordan (ni se espera que lo hagan en el futuro) el tema fiscal por su impopularidad. No obstante, a veces se olvidan de que una parte del electorado está consciente de la situación de las finanzas del país y de que el voto de los gobernados en ocasiones atiende a la responsabilidad, honestidad y habilidad que reflejan las y los candidatos respecto del manejo de las finanzas públicas que heredarán.