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¡Llegamos todas!
En México, antes de 1953, a las mujeres se les negaba el derecho a votar y a participar en cualquier puesto de elección y fue solo hasta las elecciones federales de 1955 cuando pudieron ejercer este derecho por primera vez. El pasado 2 de junio, con una participación entusiasta de la población, México eligió a su primera mujer presidenta, muestra del papel cada vez más importante que juegan las mujeres en muchos ámbitos de la vida pública. Sin embargo, la igualdad de género sigue siendo un meta difícil de alcanzar.
Las mujeres, a nivel mundial, siguen siendo quienes tienen un menor acceso a la educación, al empleo formal y al sistema financiero y quienes más realizan trabajos no remunerados y tareas de cuidado. Esto resulta en una pérdida en el ingreso para las mujeres a lo largo de toda su vida. Es necesario reconocer que las consecuencias de privar a las niñas y mujeres de oportunidades iguales no solo las afectan a ellas, al tener un mayor riesgo de caer en situaciones de pobreza, abuso y violencia, sino también a sus familias, comunidades y a toda la sociedad.
Aunque en México no hay una diferencia significativa entre hombres y mujeres de los años promedio de escolaridad de la población de 15 años y más, la desigualdad de género empieza a hacerse relevante en el mercado laboral. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al primer trimestre de 2024, 76% de hombres en edad de trabajar fueron económicamente activos mientras que para el caso de las mujeres esta cifra es del 46% y un mayor porcentaje de mujeres se encuentran ocupadas en el sector informal, es decir con un trabajo no protegido y sin seguridad social.
En temas de acceso al sistema financiero, según datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, elaborada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) en colaboración con el INEGI, el 74% de las mujeres reportaron haber tenido un producto financiero, inferior al 82% reportado por los hombres. Esta brecha de género se acentúa más de acuerdo a la sofisticación de los productos financieros, por ejemplo, solo el 25% de las mujeres reportaron contar con algún seguro, mientras que en el caso de los hombres esta cifra es del casi 40%.
Asimismo, a pesar de que el emprendimiento de las mujeres juega un papel muy reconocido en la creación de empleo y en el mejoramiento del nivel de vida de las mujeres y sus familias, las empresarias siguen enfrentando limitaciones para construir y hacer crecer sus negocios. La Encuesta Nacional de Financiamiento de las Empresas 2021, elaborada por la CNBV en colaboración con el INEGI, muestra que solo 1 de cada 5 empresas son lideradas por mujeres. Esta proporción cambia según el tamaño de la empresa y su actividad, es más común encontrar empresarias en micro y pequeñas empresas y en actividades de servicios. Adicionalmente, las empresas dirigidas por mujeres suelen encontrar dificultades para acceder al financiamiento. Solo el 37% de las empresas de mujeres han solicitado financiamiento en alguna ocasión desde su inicio de operaciones, comparado con el 45% de las empresas de hombres.
Atender las brechas de género no es solo una responsabilidad social, es un ingrediente crucial para promover la productividad y el crecimiento. Una vasta literatura muestra el impacto positivo de la igualdad de género en la sociedad y en la economía. Las empresas lideradas por mujeres tienen un mejor desempeño en temas ambientales, sociales y de gobernanza y aquellas empresas o instituciones de gobierno con mayor equidad de género presentan mayor estabilidad y rentabilidad financiera. En esta nueva etapa en México, es el momento de trabajar para llevar a otro nivel la concientización para eliminar la exclusión y la desigualdad y liderar el cambio hacia un modelo económico que garantice el bienestar social.