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Opinión

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Savonarola Nacional

Girolamo Savonarola (Ferrara, 21 de septiembre de 1452 - Florencia, 23 de mayo de 1498) fue Dominico, italiano, famoso por sus arengas moralistas y su defensa hipócrita de la pobreza y la virtud. Fue organizador de la célebre hoguera de las vanidades, donde los florentinos estaban invitados a arrojar sus objetos de lujo, libros licenciosos y sus cosméticos. Predicó contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la corrupción. Eventualmente sus predicas resultaron tan insoportables para los florentinos que acabaron juzgándolo, matándolo, quemándolo y arrojaron sus retos al río, para que no hubiera veneración posible.

En toda sociedad de los últimos años ha habido un Savonarola “bien intencionado”. Las experiencias sin embargo no siempre acabaron o no han acabado, todavía, bien. Los ejemplos están presentes en nuestra imaginación cotidiana cuando se habla de Bolsonaro, Chávez y tantos más. Por cierto, el asunto no es propio del desarrollo bajo, medio o alto de una sociedad. Por igual está Bolivia, que está Inglaterra el día de hoy.

Lo más peligroso de la actitud Savonarola, sin embargo, es que el dogma adquiere tal importancia para su defensor o apoyadores, que el compromiso con la convicción es más importante que resolver los problemas reales y abrirse alternativas en medio de la realidad cambiante y caprichosa que se presenta, incluso como resultado de las propias decisiones a las que obliga el dogma.

En un certero reportaje, que realizó para Aristegui Noticias, Regina Diez Gutiérrez, me entero de que existen alrededor de 4,600 millones de pesos en las arcas de las aerolíneas nacionales y extranjeras quienes nos cobran el TUA (tarifa por uso del aeropuerto) que al no presentarse el pasajero a tomar su vuelo (cosa que sucede), por falta de claridad en las reglas y las disposiciones de aeronáutica civil, son apropiadas por las aerolíneas y no regresan a las arcas de la nación.

Es decir, que no sólo por necedad, dado que había corrupción, la suspensión de la construcción del aeropuerto de Texcoco que iba a ser pagada con el TUA, es decir por los que viajan y hacen uso del aeropuerto, ahora me entero de que el casi 60% del costo de mi boleto, si no me presento a abordar mi avión, se lo queda la aerolínea. Y que, el Felipe Ángeles, lo habremos de pagar todos con nuestros impuestos más gastos asociados al financiamiento del pago de deuda contraída, en vez de como estaba planeado. Pésima decisión en aras del dogma.

Peor aún, con la salida de #ElReydel Ca$h, me encuentro entre los seguidores de AMLO, algunos de prestigioso nombre en la prensa nacional, encuentro este argumento: que todos los millones que recibió ilegalmente AMLO durante años, y su frugal manera de vivir, prueban que a él no le interesa el dinero y que dicho libro sólo prueba que a pesar de los millones, el siguió siendo puro.

Quienes lo defienden, como defendían a Savonarola, se les olvida que no es la forma en la que vive un falso virtuoso lo que importa en una sociedad, deseablemente regida por las leyes. Lo que nos importa a todos es que ese “virtuoso” antes que nada respete la ley, se incorpore al juego político en las mismas condiciones que los demás y que sea capaz de gobernar con certeza, sentido de realidad, responsabilidad, legalidad y eficiencia. No nos interesa, creo yo, que tan fiel es a lo que él mismo se ha impuesto, sin que nadie se lo hubiera pedido.

Los libros de Savonarola a su muerte fueron incluidos en el “Índice de los Libros Prohibidos”, la historia —con sorna— se repite o puede repetirse infinidad de veces. Nada más, pero nada menos también.

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Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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