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Sí sabemos quién eres
Dicen los que fueron compañeros de Claudia Sheinbaum en el CCH Plantel Sur, que se caracterizó por su activismo de una izquierda radical. Mostró una fascinación por el régimen cubano de Castro y una admiración por el Che Guevara. No sabemos si en su juventud alguna vez viajó a Cuba, pero la doctrina la tiene bien enraizada. Ello puede explicar en gran parte sus posturas sobre temas económicos, tales como su fobia hacia el neoliberalismo, el funcionamiento del mercado y su preferencia por el intervencionismo estatal.
Simpatizar con el modelo cubano implica creer en la planificación estatal para las decisiones económicas. El planificador pretende ser un ente sabio que, por encima de la lógica del mercado, “sabe” asignar recursos y dirigir la producción sectorial. Con su “benevolencia” centralista determina qué es lo que le conviene a la sociedad y dónde hay que invertir por decreto. Estos modelos económicos centralmente planificados han probado ser un fracaso a lo largo de la historia, no por cuestiones ideológicas sino simplemente por sus resultados adversos y los mercados negros y la corrupción que generan. Con todo y sus deficiencias, el mercado ha probado ser el mejor mecanismo de asignación de recursos.
Recientemente Sheinbaum declaró que propone planificar la inversión extranjera de acuerdo con la disponibilidad de infraestructura, agua, electricidad y otros recursos para “así planear dónde colocar a las empresas que quieran invertir en el país”. En su decisión estratégica, los inversionistas extranjeros desde luego toman esto en cuenta, pero hay otras consideraciones. Este afán planificador va a inhibir aún más a la inversión extranjera, ya que no le deja la libertad al inversionista de invertir donde su evaluación indica una rentabilidad atractiva. A la vez, por decreto, dejaría fuera a entidades que por no cumplir con esas y otras características, el gobierno les negaría permisos para invertir en esa región. Sobra decir que “la gran planificadora Sheinbaum” podría así castigar con intención política a estados no gobernados por Morena como lo hizo en la CDMX con las alcaldías que no eran morenistas. La asignación discrecional con fines políticos profundizaría la desigualdad regional. Al final de cuentas, la principal consideración para la inversión extranjera es el cumplimiento del estado de derecho, reglas parejas y transparentes, y respeto a los derechos de propiedad.
Algunos han planteado que realmente no conocemos quien es Claudia, y hasta que se sacuda la tutela de su jefe, podremos conocer quién es. Discrepo de ello. Sus casi cinco años como jefa de Gobierno de la CDMX revelan claramente quién es como gobernante: Se jacta de ser ambientalista, pero toleró a la refinería de Tula, la principal fuente de la aguda contaminación de la CDMX; ignoró el problema serio del agua desatendido cuando menos desde hace 27 años; reprimió movimientos feministas; no dio mantenimiento al Metro; no combatió con decisión al narcomenudeo, extorsión y feminicidio y falseó las cifras de inseguridad. Así es que sí sabemos quién es la verdadera Claudia que estará en la boleta el 2 de junio, aunque se disfrace.