Lectura 4:00 min
Reforma al salario mínimo, ¿avance o retroceso?
Es innegable que se han dado pasos importantes en materia laboral, específicamente con relación al salario mínimo; sin embargo, este sigue siendo un debate inacabado que requiere un análisis y monitoreo profundo. En este contexto, el 9 de octubre de 2024, el Senado de la República aprobó y turnó a los congresos estatales el dictamen sobre incrementos al salario mínimo, donde se establece que “los salarios mínimos deberán ajustarse cada año para que nunca estén por debajo de la inflación, lo que evitaría la erosión de los ingresos de los trabajadores debido al aumento en los costos de vida”. Si bien el espíritu de la reforma está claramente orientado a evitar que los salarios de los trabajadores de menores ingresos pierdan poder adquisitivo, el cambio en la ley no necesariamente garantiza que continúe su recuperación, proceso que se ha venido gestando en los últimos años.
Antes de señalar posibles riesgos, es importante destacar tres elementos. En primer lugar, desde 2018, cuando comenzaron los incrementos al salario mínimo por encima de dos dígitos, no se han tenido impactos negativos en la inflación; los aumentos que se han presentado han respondido a otros factores y, de hecho, en los últimos meses, la inflación ha continuado desacelerándose de manera notable. En segundo lugar, el salario mínimo aún presenta un rezago de 36.0% respecto a diciembre de 1977. Por último, los incrementos al salario mínimo han tenido efectos positivos en la reducción de la desigualdad salarial. En cuanto al último punto, y tomando como referencia el caso específico de los trabajadores registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), al segmentarlos por decil de salario promedio, se observa que, de 2018 a 2023, los salarios del primer y segundo decil crecieron a una tasa promedio de 11.5% y 10.0%, respectivamente. En contraste, los salarios del noveno y décimo decil crecieron en promedio 2.1% y 1.2%, respectivamente. Esto indica que el mayor dinamismo en los ingresos de los deciles más bajos ha contribuido a reducir la brecha salarial entre estos grupos.
Dados estos resultados, surge la pregunta: ¿en qué medida esta reforma podría contribuir a la recuperación del salario mínimo? Aunque la respuesta se verá en el mediano plazo, es importante destacar que, en la práctica, desde la década de 1990 y hasta antes de 2017, el salario mínimo estuvo prácticamente indexado a la inflación. Durante ese periodo, ambos crecieron al mismo ritmo; es decir, por cada punto porcentual que aumentaban los precios, el salario mínimo se ajustaba en igual proporción. Esto permitió preservar su poder adquisitivo, pero al mismo tiempo propició su estancamiento y obstaculizó su recuperación.
Por lo anterior, aunque la reforma asegura que el salario mínimo no pierda poder adquisitivo, no necesariamente evitaría que en los próximos años se regrese a una dinámica de incrementos cercanos a la inflación, como ocurrió en los periodos anteriores. Esto dejaría de lado el objetivo de lograr una verdadera recuperación del salario mínimo, incluso en un contexto económico favorable que permita seguir reduciendo este rezago.
Es importante tener en cuenta que la política del salario mínimo no garantiza mejoras para todos los trabajadores, especialmente cuando más de la mitad de los ocupados son informales y, por tanto, no representa una medida para reducir la pobreza. Por ello, es esencial concentrarse en resolver los problemas estructurales de la economía que aseguren el bienestar y el progreso de la sociedad. Esto requiere abordar las causas reales del rezago salarial: como acotar el tamaño de la economía informal, el impulso a la productividad, el fortalecimiento del capital humano, entre otros temas que han quedado relegados en la agenda económica.
*David Cervantes Arenillas, economista senior de BBVA México.