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Bohemian Rhapsody, un retrato imperfecto sobre la vida de Freddie Mercury
La interpretación del actor Rami Malek resulta sobresaliente el emular a Freddie Mercury sobre el escenario.
Rapsodia Bohemia (Bohemian Rhapsody, 2018, Bryan Singer) es la historia de un hombre que triunfa a pesar de sí mismo, versión de la vida de Freddie Mercury (1946 – 1991) que el estudio cinematográfico y sus productores —Bryan May y Roger Taylor, guitarrista y baterista de Queen, respectivamente— quisieron construir.
El abordaje no fue afortunado, y el resultado fue insuficiente como tratamiento de la vida del cantante de Queen, cuyo genio estuvo relacionado con uno de los principales problemas del siglo XX: la naturaleza de las masas. Su rango vocal de cuatro octavas, su condición de homosexual o la de ser un inmigrante poco o nada dicen sobre su capacidad de afectar a las masas, el lograr convocar las voces de miles de desconocidos entre sí y articularlas en un coro que hacía vibrar desde los cimientos los estadios en los que se presentaba.
La interpretación de Rami Malek (Los Angeles, 1981) esboza la figura de Freddie Mercury en un principio como alguien incómodo en su propia singularidad, situación que se ve potenciada por continuos close-ups que muestran a cuadro la incomodidad que provoca la prótesis dental en el actor, gesto que busca representar una falta de autoaceptación por parte del personaje, que sólo se resuelve sobre un escenario.
Hacer de Mercury y de los restantes miembros de Queen exlcuídos sociales fue un tratamiento de la cinta que queda extraviado. Tanto su ensayo como su pérdida puede atribuirse a Bryan Singer, director que renunció a la película cuando aún estaba en producción. En X-Men (2000), un trabajo anterior de Singer, la condición de excluído social fue tratada con mejor fortuna, al usar la figura del mutante como análoga a la de la comunidad gay y la lucha por el reconocimiento de sus derechos.
Los diálogos de Freddie con los gestos de incomodidad de Malek restan fluidez a la cinta, y el recurso que busca problematizar la biografía del cantante resulta forzado y molesto. No obstante, la interpretación del actor de ascendencia egipcia resulta sobresaliente el emular a Freddie Mercury sobre el escenario. Son las secuencias de los conciertos las que hacen de la cinta un espectáculo.
“Cuando estoy frente al público, no podría desafinar aunque quisiera”, dice Mercury personaje en la cinta, tratando de explicar su experiencia en el escenario, y el fenómeno por el que deviene en una fuerza natural sobre el escenario. Será lo más lejos que llegará la cinta para bordar el asunto del genio particular del cantante de Queen, y la cinta tratará sólo el caso de éxito de la banda. Quien busque cine de autor, perderá su tiempo.
Ejemplo de cinta biográfica de una estrella de rock con un tratamiento que va a profundidad sobre el personaje lo tenemos en I’m Not There (2007), de Todd Haynes. El director ensayó en esta obra una deconstrucción de Bob Dylan, cantautor prolífico que desarrolló varias advocaciones a lo largo de su carrera. El abordaje consistió en que varios actores interpretaran cada una de estas mutaciones, y a nivel visual, echó mano a los estilos cinematográficos de varios de los más reconocidos directores. El resultado: una película que da cuenta de la complejidad de una vida.
No es el caso de Rapsodia Bohemia. Si hay algún acercamiento en la cinta al misterio del efecto mesmerizante de Mercury en las masas, no es voluntario. Brian May y Roger Taylor, en su intento de ser tomados en cuenta como parte de fenómeno masivo que resultó Queen, nos ofrecen a través de sus personajes en la cinta un asiento de primer fila para contemplar el genio de Mercury en acción. Los gestos de asombro de los actores que personifican al guitarrista y baterista de Queen ante el dominio de las masas de Mercury, nos dan cuenta de su incapacidad de comprender lo que sucedía frente a sus ojos, que les rebasaba, en contraste con la naturalidad y facilidad con que Mercury, con un sólo gesto, dominaba a las audiencias.
Así, el misterio de el genio de Freddie Mercury se mantiene, así como el asombro y emoción que provocaba, y provoca aún, en las audiencias globales. La secuencia final, sin duda, es lo mejor de la película, que da cuenta de que Queen fue la mejor banda de estadios del mundo en su momento.
abr