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El futuro de la educación universitaria
De los 17 objetivos de desarrollo sustentable (ODS) que se planteó la Organización de las Naciones Unidas alcanzar hacia el año 2030, seis de ellos están muy relacionados para reducir nuestras desigualdades de género.
Educar para saber cómo actuar. Si un objetivo tiene la educación, es el de la creación y la transmisión de la cultura. Y es mediante ella como podemos esperar que los individuos orienten sus conductas para mejorar, y cambiar en caso necesario. Por esta razón, hoy más que nunca los universitarios deberíamos poner atención en el desarrollo sustentable.
De los 17 objetivos de desarrollo sustentable (ODS) que se planteó la Organización de las Naciones Unidas alcanzar hacia el año 2030, seis de ellos están muy relacionados para reducir nuestras desigualdades de género. A saber, el ODS 4, Educación de Calidad; el ODS 5, Igualdad de Género; el ODS 8, Trabajo Decente y Crecimiento Económico; el ODS 10, Reducción de las Desigualdades; el ODS 11, Ciudades y Comunidades Sostenibles, y el ODS 17, Alianzas para Lograr los Objetivos.
No hay duda alguna en lo imperante de combatir nuestras desigualdades, así que abonar en el pensamiento de estos problemas es imprescindible. Primero que nada entender que el problema es institucional, tiene que ver con nuestras estructuras formales e informales, así que lo primero que necesitamos son alianzas para lograr los objetivos (ODS 17). Con éstas será posible movilizar acciones para producir una Educación de Calidad (ODS 4), capaz de sostener un trabajo decente y el crecimiento económico (ODS 8) que necesitamos. Es a partir de la creación de riqueza y de oportunidades para todos como podemos esperar una reducción de las desigualdades (ODS 10), y en especial poder atender la igualdad de género (ODS 5). Sólo mediante resultados paulatinos pero consistentes, es que podremos construir un país con ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11).
Preocupa de sobremanera que no estemos generando avances en ninguno de estos objetivos, pero inquieta aun más que el foco de la política pública no parezca poner atención en ellos. Sin educación de calidad, la movilidad socioeconómica se reduce y las oportunidades de mejores ingresos también caen.
En los últimos cuatro años, el manifiesto declive de empleos mejor pagados, en sustitución de empleos de menores salarios, es más el resultado de una economía que no funciona, que de una falta de mexicanos bien preparados. La incapacidad de la economía para absorber cada año, con trabajo digno, a los 855,000 egresados de nivel superior, no sólo termina produciendo descontento en las instituciones educativas, sino también va sirviendo como “olla de presión social”. La pregunta de fondo es ¿Cuál es la causa última de nuestro pobre desempeño económico? ¿La mala educación o las malas instituciones económicas? Me inclino por las segundas.