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En el mundo de la ciencia, ¡rompamos estereotipos de género!
“A las niñas y jóvenes les digo: Siéntanse seguras de sus capacidades, sean libres de decidir y explorar su vocación, seguras de que las generaciones que las precedemos seguiremos trabajando por un mundo más inclusivo y equitativo”, expuso la doctora Irma Gabriela Anaya Saavedra, ganadora del Premio Matilde Montoya en Ciencias Biológicas y de la Salud 2023, durante el Foro Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia.
La Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) de la Ciudad de México, realizó el Foro Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia. Este espacio permitió reunir a científicas, académicas y niñas para reflexionar sobre el papel de la mujer en estas áreas, además de poner sobre la mesa lo que se necesita para lograr revertir las cifras donde solo 3 de cada 10 mujeres logran romper el famoso “techo de cristal”, una metáfora que designa un tope para la realización de la mujer en la vida pública, generado por los estereotipos y las construcciones culturales de las sociedades a través del tiempo.
“Las mujeres científicas necesitamos espacios físicos seguros, recursos adecuados para llevar a cabo el trabajo de investigación de manera efectiva, esto incluye no solo laboratorios equipados y acceso a tecnología, sino tiempo y espacio para realizar experimentos y análisis sin interrupción, implica tener control de nuestro tiempo y agendas, decidir sobre nuestras publicaciones y colaboraciones, además de tener la libertad de nuevas áreas de estudio sin las barreras de género” aseguró la doctora en ciencias biológicas y de la salud por la UAM, Irma Gabriela Anaya Saavedra, ganadora del Premio Matilde Montoya en Ciencias Biológicas y de la Salud 2023.
“A las niñas y jóvenes les digo: Siéntanse seguras de sus capacidades, sean libres de decidir y explorar su vocación, seguras de que las generaciones que las precedemos seguiremos trabajando por un mundo más inclusivo y equitativo”.
La doctora Anaya asegura que no se trata de solo un día de conmemoración, “esta es una oportunidad para reflexionar sobre los logros y desafíos que aún enfrentamos para alcanzar la equidad de género en el ámbito académico y científico”. Agrega que esta conmemoración promueve el cambio cultural en la percepción de las mujeres y las diversidades sexogenéricas en las profesiones científicas, elevando la conciencia sobre la importancia de la participación de las mujeres y la necesidad de crear entornos inclusivos.
¿Cómo logramos cambiar el ecosistema?
La investigadora hizo hincapié en que para lograrlo, tenemos que cambiar actitudes y prácticas en la comunidad científica y más allá de ella, por ejemplo, destacando las contribuciones de las vocaciones científicas se desafían los estereotipos de género y los modelos patriarcales que han invisibilizado a la mujer en muchas áreas del conocimiento. “Por ello es fundamental destacar el papel de las niñas y las mujeres en la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con un enfoque de equidad de género e interseccional”.
Para ella es claro que aún es insuficiente la representación de las mujeres y las niñas en la formulación de políticas, el desarrollo de capacidades, habilidades, investigación y desarrollo, entre otros aspectos. Entre las barreras detectadas están: la subrepresentación en carreras, brecha salarial, inequidad de oportunidades, estereotipos de género, sesgos inconscientes y falta de modelos femeninos a seguir.
Recalcó que la infancia es una etapa crucial en el desarrollo de las habilidades científicas y en el fomento de la curiosidad y la exploración, “las infancias son naturalmente curiosas, con una inclinación innata hacia la observación, experimentación y la búsqueda de respuestas al mundo que las rodea. Esta curiosidad natural son la base del pensamiento científico y marcan el inicio de las vocaciones en los campos STEM”, por ello es imperativo fomentar y apoyar el interés de las infancias para aprender de forma activa. “Inspiremos a las futuras científicas y ayudemos a desarrollar sus habilidades y capacidades para su incursión en estos campos”.
¡Que las científicas se hagan presentes!
Anaya Saavedra hizo énfasis en la representación y los referentes femeninos como componentes esenciales para inspirar a las más jóvenes, y así demostrar que las mujeres tenemos un lugar legítimo y válido en todos los campos científicos “cuando las niñas y las jóvenes ven a mujeres científicas y tecnólogas, comprenden que pueden aspirar a estos mismos logros y que no hay límites para lo que pueden alcanzar en el mundo de la ciencia. ¡Rompamos estereotipos de género!”
Agrega que la presencia de mujeres destacadas en la ciencia contribuye a crear un entorno más inclusivo y diverso en el que toda persona independientemente de su género se sientan bienvenidas y valoradas.
“Es imperativo reconocer, rescatar y difundir la historia de las mujeres que han sido ignoradas y minimizadas en el pasado”. Por ejemplo: Nettie Stevens, quien describió los cromosomas determinantes del sexo biológico; Lise Meitner quien descubrió el protactinio y la fisión nuclear; Marieta Blau, quien desarrolló emulsiones radiactivas para capturar la física de partículas; Rosalind Franklin, hizo contribuciones al descubrimiento de la estructura del ADN; Jocelyn Bell Burner, codescubrió la primera radioseñal de un pulsar.
Pero también tenemos mujeres que han roto paradigmas en diversas áreas como: Margarita Chorné y Salazar, primera mujer en titularse en México y América Latina (1886); Matilde Montoya Lafragua, primera mujer en obtener un título de médica cirujana en 1887; o mujeres en la actualidad como la doctora Rossana Arroyo Verástegui, doctora en ciencias del Cinvestav y ganadora del Premio a la trayectoria 2023 de L'Oréal/Unesco/AMC.
En entrevista, Arroyo Verástegui dijo a El Economista que en la actualidad las científicas fungen como un “role model” para las nuevas generaciones, “mostrarles que aunque haya algunos contratiempos en el camino, se puede llegar al punto de coordinar grupos de científicos. Asegura que esto no lo logra una sola, siempre es importante contar con el apoyo de la familia, amigos, maestros, para que uno pueda avanzar a pesar de los contratiempos”.
Comparte que su historia como científica ha estado llena de aventuras, “Yo vengo de Ocotlán Jalisco, de una familia grande, de siete hermanos y mis papás con estudios hasta nivel secundaria, pero ellos siempre pensaron en apoyarnos para ser profesionistas. Inicié dando clases en preparatoria, después me surgió la idea de seguir estudiando, a la par me casé y ambos nos fuimos a estudiar una maestría al Cinvestav, luego la oportunidad de hacer el doctorado y un posdoctorado, ya con un primer hijo y esta vez en San Antonio Texas, después de siete años regresé a México con dos hijos”.
Ahora sus dos hijos también son científicos, por lo que no duda que la visibilidad que puedan tener las mujeres que ya están en ciencia será un aliciente para las nuevas generaciones, “tenemos que promover ese acercamiento, visitas, presencia en todos los espacios para poder interesar a las niñas en estas áreas. Que las mujeres no tengan miedo de llegar a estas profesiones científicas ya que son muy gratificantes, cuesta trabajo, tiempo, pero se puede lograr, podemos llegar a destacar y necesitamos del género femenino en todas las áreas del conocimiento”, concluye.