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Stockhausen llega a NY con obra premonitoria del 11-S
El montaje escénico del segundo acto de una de las siete óperas estuvo a cargo de La Fura dels Baus.
Simbólicamente, Karlheinz Stockhausen (1928-2007) estuvo presente en Nueva York el pasado fin de semana en que fue estrenado un fragmento de su monumental ópera de 29 horas de duración titulada Licht: Die sieben Tage der Woche (Luz: los siete días de la semana), en el marco del Festival Lincoln Center.
Aunque la crítica internacional habla de una reconciliación del autor alemán con aquella ciudad, en realidad es un reconocimiento (acto de justicia) a una obra que no tiene parangón en la historia reciente de la música.
Tal fragmento es el segundo acto Michaels Reise um die Erde (El viaje de Michael alrededor del mundo) de la ópera Jueves desde la luz (Donnerstag aus Licht), que es la primera obra de un total de siete que corresponden a su monumental trabajo Luz: los siete días de la semana. Stockhausen empleó para esta ópera 25 años de su vida y en el marco de su discurso acerca de esa enfermiza atracción cuasi morbosa que ejerce la destrucción en el ser humano, concibió premonitoriamente a un avión que se estrellaba contra las Torres Gemelas de Nueva York.
De aquí partió el equívoco o mala interpretación que se hizo de sus palabras, al calificar el atentado del 11 de septiembre como la mayor obra de arte , por lo que el músico alemán reclamó que se tomaran mal sus declaraciones y aclaró con energía que el 11-S por supuesto que es un crimen .
Según refiere el crítico del diario The New York Times, se trató de una deslumbrante puesta en escena, un triunfo para un trabajo desafiante , dirigido por Carlus Padrissa, fundador de La Fura dels Baus, en el que participó de manera brillante el grupo de música contemporánea Ensemble musikFabrik, dirigido por Peter Rundel.
UN MONTAJE ALUCINANTE
En este fragmento, Michael emprende un viaje alrededor del mundo. Se trata de un fragmento operístico que es meramente instrumental, en donde los protagonistas son los instrumentos, en especial la trompeta, que correspondería al protagonista en una ópera normal. También destacan el clarinete, la tuba, el violín, el contrabajo y los trombones como dialogantes.
En la puesta en escena, el trompetista vuela por el escenario transportado por un artefacto semejante a una jaula. El trabajo escenográfico es completado con videos, un telón transparente y una pantalla parabólica en donde suceden las acciones. En realidad es un montaje alucinante.
La Fura dels Baus y Stockhausen, al parecer, han logrado un estupendo maridaje en esta obra en la que la música cósmica del fallecido compositor alemán nacido en Sirius y que vino a salvar a la Tierra, según decía en broma- se funde muy bien con las ideas estéticas, tecnológicas, casi fantasmagóricas, del grupo.
El viaje tiene siete paradas y en cada una de ellas la música toma forma de lo local: Alemania, Nueva York, Japón, Bali, India, África Central y Jerusalén. Al llegar a esta última ciudad, Michael ordena a la Tierra que gire en sentido inverso y empieza así una terapia planetaria, un nuevo proceso de rehabilitación.
Esperamos que en unos años tengamos esta ópera contemporánea en México.
ricardo.pacheco@eleconomista.mx