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El país va por una autopista y la discapacidad va por la carretera libre: Bárbara Anderson
Bárbara Anderson, autora del libro Los dos hemisferios de Lucca, comparte su visión en torno a los retos para una inclusión laboral real.

Bárbara Anderson, autora del libro "Los dos hemisferio de Lucca", en el Coffee Break.
“La discapacidad en este país está absolutamente puesta a un costado. Es como si México fuera por la autopista, y las personas con discapacidad van por la libre, de terracería, peligrosa y sin iluminación”, afirma Bárbara Anderson, periodista y autora del libro Los dos hemisferios de Lucca, obra que dio vida a la película de Netflix.
En entrevista para el podcast Coffee Break, la especialista expone el rezago que existe en la inclusión de personas con discapacidad. El bajo acceso a educación, al empleo, a la salud, servicios públicos y hasta al entretenimiento, son algunas de las deudas que se tiene con la población con discapacidad.
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Para poner esto en perspectiva, el 14.9% de las personas con discapacidad no tiene escolaridad, esto es 4.6 veces más que la población que no tiene discapacidad y no cuenta con estudios, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
“Siempre se ha quedado en el camino la atención de personas con discapacidad. Los derechos básicos están completamente perdidos, hay sólo una cuarta parte de la población con discapacidad que tiene acceso a sus derechos, literalmente 25% de los chicos con discapacidad va a una escuela (…) hay tres de cada cuatro que no conocen lo que es un aula, que nunca vieron a una maestra en su vida y que no saben lo que es un pizarrón”, comparte.
A la baja posibilidad de estudios hay que agregar la dificultad —y casi imposible— acceso a salud y servicios públicos. “Con todos estos ingredientes desde que eres un bebé o cuando adquieres la discapacidad, es sumamente difícil que haya inclusión laboral, ¿cómo habrá inclusión laboral si no fui a la escuela?”, cuestiona Bárbara Anderson.
Y en medio del poco acceso a educación hay también retos. “Sólo el 1% de la inscripción en cualquier universidad pública o privada de este país es de personas con discapacidad. Con ese porcentaje tan chiquitito, uno sólo tiene que salir a conseguir una chamba, y no la consigue porque hay un montón de tabús alrededor y porque las empresas no están preparadas, y si la consigue, lo más probable es que sea de las personas que gana 70% menos que el salario estándar en su misma posición”.
La baja escolaridad no es el único desafío para un mundo del trabajo más inclusivo, ¿cómo se llega a la empresa? No es una pregunta retórica, una persona con discapacidad enfrenta mayores barreras en la movilidad.
“No hay camión, ni transporte público”, incluso en el metro de la Ciudad de México no todas las estaciones cuentan con elevadores y rampas para personas con una discapacidad motriz. “Tienes que llegar antes con la piedad de que alguien cargue tu silla o te acompañe con tu perro para poder bajar. Todo es más caro, porque mucho porcentaje de tu sueldo se va a cuestiones de rehabilitación y salud”.
Por ejemplo, la silla que usa su hijo Lucca, en quien se inspiró para escribir su libro, es cuatro veces más cara comprarla en México que en Estados Unidos, comparte Bárbara Anderson. “Es una locura y eso ocurre todo el tiempo, y no hay acceso al entretenimiento y cuestiones mínimas”.
Este 27 de febrero se conmemora el Día Nacional para la Inclusión Laboral, y es una fecha emblemática para reflexionar en torno a los desafíos que enfrentan las personas con discapacidad en el mercado de trabajo y también, sus familias.
Inclusión laboral: pensar en la familia
Una de las tantas lecciones de la película Los dos hemisferios de Lucca, filme que se ha convertido en uno de los más vistos a nivel mundial en Netflix, es el papel de la familia de una persona con discapacidad. “Una familia que tiene un hijo, una pareja o papás con discapacidad en casa, su vida es mucho más complicada”, expone la autora.
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Bárbara Anderson no tiene la menor duda: la discapacidad ya está en las empresas, aunque no se contraten personas con discapacidad. “Está presente por una cuestión estadística. Si el 17% de la población mexicana vive con alguna discapacidad, el 17% de los empleados o tiene una discapacidad o vive con ella en su casa”.
En ese sentido, una parte de la inclusión laboral se vincula con el apoyo que brindan las empresas a los trabajadores que tienen una persona con discapacidad en sus hogares.
“Apoyar la inclusión no es solamente incluir a las personas con discapacidad, que por supuesto es algo mandatorio y constitucionalmente justo, pero apoyar la inclusión es también pensar en el entorno. Unicef dice que tener un hijo con discapacidad es como tener trillizos, cuesta tres veces más en dinero, en energía, en tiempo, en angustia, en todo, y como vivimos en un país sin un sistema de cuidados, uno de los dos padres tiene que renunciar a su trabajo para estar en cuidado permanente de la persona, tienes la mitad de los ingresos con el triple de gastos”.
Si quieres conocer más sobre esta conversación, la experiencia de Bárbara Anderson que la motivó a escribir el libro y cómo se convirtió en película, puedes escucharla en el Coffee Break, el podcast de Capital Humano y El Economista.