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Agassi, llanto y oro olímpico

En la raqueta de André Agassi la historia. Había llegado el momento para que Estados Unidos, país de origen del mejor tenista de la década de los 90, recibiera los Juegos Olímpicos y Atlanta se encargaría de hacerlos inolvidables.

En la raqueta de André Agassi la historia. Había llegado el momento para que Estados Unidos, país de origen del mejor tenista de la década de los 90, recibiera los Juegos Olímpicos y Atlanta se encargaría de hacerlos inolvidables.

Sino por haber sido los más espectaculares, sí porque en la justa de 1996 se gestaron actos perdurables en la memoria olímpica y Agassi formó parte de uno de ellos. Eran los tiempos del estadounidense que se caracterizaba por su look rebelde.

Ya sin su característica y abundante melena, André obedecía a su peculiar estilo: gorra con la visera hacia arriba, jeans y camiseta que no ajustaba a su estilizada figura, llegaba a sus juegos como uno de los favoritos para conquistar la gloria olímpica en singles. No era para menos, para cuando su país organizó los Juegos, Agassi ya se había consagrado con tres Grand Slams: Wimbledon, US Open y el abierto de Australia.

Del mismo modo, había conseguido llegar a la final en dos ocasiones a Roland Garros, torneo que conquistaría en 1999 y dos veces más sucumbió por el título ante su compatriota Pete Sampras. Por eso, no era raro que André se pintara con la etiqueta de favorito para llevarse el oro en los Juegos.

Fue aquel 22 de julio de 1996, cuando Agassi se convirtió en historia. Su derroche de talento en Atlanta, fue un escalón más para, a la postre convertirse como el único hombre, hasta antes de que apareciera Rafael Nadal, en haber ganado el Golden Slam, es decir, todos los títulos de Grand Slam y el oro olímpico.

El oriundo de Las Vegas sufrió en las primeras rondas, estuvo set y break abajo frente al italiano Andrea Gaudenzi en el tercer encuentro, superó con lo justo al sudafricano Wayne Ferreyra en cuartos y sufrió también para eliminar al indio Leander Paes, en semis.

En la final, hizo gala de todo su talento en el cemento verde de su país y despachó a Sergi Bruguera con un contundente 6-2, 6-3 y 6-1. Pero el momento más emotivo sucedió en la premiación. Ya parado en lo más alto del podio, André, el rebelde estadounidense que había sido obligado por su padre a jugar al tenis, el mismo que retaba los cánones del deporte blanco al usar ropa exótica rompió en llanto.

Fue ese momento de emoción, que le llevó al llanto. Era la importancia de su logro la razón de sus lágrimas. Ganar un Grand Slam es lo más grande que puedes hacer en el tenis. Pero ganar unos Juegos Olímpicos es lo más grande que puedes hacer en todo el deporte , dijo lloriqueando, el estadounidense.

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