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Batista no va más...

Sergio fue despedido como seleccionador de Argentina; su sustituto será Alejandro Sabella, quien se encumbró con Estudiantes y la Copa Libertadores.

Las ilusiones se convirtieron en frustraciones en apenas 15 días, lapso en el que se mantuvo con vida Argentina en su propia Copa América. A Sergio Batista le bastaron dos semanas para terminar con el prestigio que había ganado en Beijing 2008 tras colgarse el oro olímpico, que lo catapultó hasta el banquillo de la Selección Mayor de su país.

El Checho fracasó en su propia copa, al caer ante su gente en cuartos de final y ponerse la soga al cuello, despertando abruptamente del sueño de llegar lejos con la albiceleste en la próxima Copa del Mundo, que tendrá que ver desde la televisión. Ahora, la Asociación de Futbol Argentino ya lo tiene definido y lo despidió, apenas ocho meses después de que comenzara su aventura al frente de la siempre polémica Selección de Argentina, que podría ser dirigida por Alejandro Sabella, hombre que conquistó el continente al frente de Estudiantes de la Plata.

A Batista no le valió ninguna palabra ni argumento. Las pruebas son contundentes. Su equipo, que terminó pisoteando su historia en tierra propia, fue incapaz de vencer a Bolivia y Colombia, consiguiendo su única victoria contra un juvenil representativo de Costa Rica. En el duelo definitivo, ni contra 10 uruguayos lograron el pase a semifinales, que ni desde el manchón penal pudieron conquistar.

Desde ese mismo sitio, a 11 pasos del arco, el jugador que terminó llegando al equipo por la presión mediática le puso la última puñalada al hombre que le dio una segunda oportunidad. Carlos Tévez, a quien vendían como la figura del plantel, erró su disparo y ahora carga en su conciencia con el cese de Batista.

La caída en tanda de penales sólo fue el broche de oro de un torneo para el olvido, porque estando en casa ya había sido imperdonable no superar a Bolivia y Colombia, resultados que permitieron a sus detractores comenzar a frotarse las manos mientras cocinaban su cese.

Al final, ocho meses después de su llegada, no importó que su nombre no alcance las dimensiones del de su antecesor, Diego Armando Maradona, porque Batista fue señalado por todo un país, por los mismos directivos que lo colocaron en el banquillo de su Selección el año pasado, de la misma manera en que lo hicieron con Maradona, yéndose por la puerta de atrás, quizás como nadie lo había hecho, luego de fracasar en casa, en un torneo en el que solamente podía ser finalista y levantar la copa.

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