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CU ya no es territorio inexpugnable
El empate sin goles, 0-0, frente a León sólo le ayudó a seguir con su racha de ocho partidos sin perder; sin embargo la ofensiva mostró nuevamente sus deficiencias frente a la portería y la afición lo hizo saber, sobre todo, cuando Eduardo Herrera salió de cambio y la rechifla hizo eco en CU.
Ganar en casa es un suplicio para Pumas durante este torneo. El empate sin goles, 0-0, frente a León sólo le ayudó a seguir con su racha de ocho partidos sin perder; sin embargo la ofensiva mostró nuevamente sus deficiencias frente a la portería y la afición lo hizo saber, sobre todo, cuando Eduardo Herrera salió de cambio y la rechifla hizo eco en CU.
Herrera recurría constantemente a la falta, en pos de buscar un balón, muy lejos de la portería rival. Martín Bravo sólo daba visos de peligro con disparos de larga distancia y regates en busca de llegar frente el portero. Posteriormente, Luis García ingresó a la cancha, pero su llegada más peligrosa fue desviada a tiro de esquina por el portero William Yarbrough.
La zona defensiva de Pumas continúa siendo su fortaleza al sumar seis partidos sin admitir gol. Y es que enfrente, León dejó de ser aquel equipo dinámico y veloz que cautivó el torneo pasado, en gran medida por la nula empatía de sus refuerzos, Rafael Márquez y Nery Castillo, con el resto del plantel.
El defensa sigue conservando la clase, precisión y visión para mandar pases de 50 metros; no obstante la velocidad es una virtud que Márquez perdió con el tiempo, siendo presa de Romagnoli y Cabrera que en varias ocasiones le quitaron la pelota.
El liderazgo de Rafael queda de manifiesto a la hora de defender. Indica que lugar deben ocupar sus compañeros, señala al jugador que deben marcar y levanta la voz para recriminar los errores. Sólo él y Nery gritan, recriminan y corrigen en la cancha.
En tanto, Castillo es una sombra deambulando en el césped, desconfía de su talento al no encarar al defensa y preferir enviar un pase atrás. Pero el carácter explosivo del delantero sale a relucir en los pases errados de sus colegas o en un mal movimiento, a su criterio, que no debieron realizar.
Al final el desgaste lo hace colapsar y salir entre silbidos de aficionados que no olvidan su osadía de sentirse superior por jugar en Europa. En conclusión: un partido que nadie quisiera recordar.