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Entre princesas, EU tiene las mejores

Se llevó la presea de oro en la gimnasia artística por equipos femenil.

No se sabe a qué lugar mirar. Princesas aquí y allá. La estética choca en diferentes nacionalidades, mientras las lentejuelas seducen en todos los leotardos de las atletas de gimnasia artística femenil por equipos. La diferencia la hace la medalla que adorna su pecho y la de oro esta vez va al cuello del equipo estadounidense, porque las chinas, que hace cuatro años se coronaron con la misma presea, quedaron fuera del podio.

Aquí en la viga de equilibrio, las estadounidenses ríen. Lucen seguras, su actuación roza la perfección. Al ritmo del napolitano Renato Carosone, Gabrielle Douglas ya había sorprendido con giros pulcros en su rutina en suelo; el resultado en la viga y el control total en sus descensos ya aseguran a su equipo que la bandera de barras y estrellas se volverá a izar como en Atlanta 1996: el oro es suyo.

Más allá está la prueba de suelo. Nada da más dolor que ver esas caras angelicales desfiguradas por las lágrimas, si no me cree pregunte a los jueces que no pueden evitar una mueca angustiosa cuando la gimnasta termina cayendo en la colchoneta. Ayer eso ocurrió con la delegación rusa, que dejó su última puntuación en manos de la campeona mundial de suelo (Tokio 2011), Kseniia Afanaseva, y su ego calló, igual que el final de su rutina. Se quedaron con la plata.

Del otro lado, en el salto del potro, lloran también las muñequitas chinas, que a pesar de haber conseguido su primera medalla de oro en está disciplina en Beijing 2008, ayer cometieron errores de nerviosismo. El entrenador del equipo limpiaba con cuidado los ojos de Yao Jinnan, en su búsqueda de no embarrar el maquillaje que adornaba sus párpados de apenas 17 años, lamentando el cuarto lugar.

Rumania, en cambio, mantuvo su tercer puesto bajo la experiencia de Sandra Izbasa, quien fue bronce en Beijing, sus piernas aún guardan un compás exorbitante. Nada cambió para ella y Catalina Ponor, dos experimentadas, sí para Laura Bulimar, Maria Chelaru y Andreea Iordache, tres jóvenes debutantes que supieron estar a la altura.

Nadie sabe dónde mirar: todas las princesas lucen bellas, la mayoría desde los dos años. Pero al final el máximo premio hace la diferencia, Estados Unidos se coloca el oro y China se lamenta.

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