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La tortura de Chevalier; Voeckler mantiene el maillot
Ayer se disputó una de las etapas decisivas del Tour francés, la cual prácticamente liquidó al campeón defensor Alberto Contador. Hoy, los ciclistas recorrerán nuevamente los Alpes.
La belleza de Galibier Serre Chevalier termina por ser un acto de tortura. Justo ahí, a 2,645 metros de altura, donde los ojos se salen de órbita tras seis horas de estar trepados en la bicicleta, se empieza a tejer la historia del Tour de Francia.
Tan mágico el paisaje, tan verde, con un aire que golpea el rostro cálidamente, sería casi un pecado gritar que es una condena. Pero lo es. Lo fue ayer para Alberto Contador, quien dijo adiós al doblete Giro-Tour. El ciclista más completo de los últimos años debió arrodillarse ante el imponente Chevalier.
La Etapa de ayer fue una victoria a tres tiempos. Andy Schleck se mostró poderoso en el ascenso, Cadel Evans se vio bestial en el contraataque y Thomas Voeckler mantuvo, muy probablemente por último día, el maillot amarillo.
Lo que ha hecho Voeckler por 10 etapas es un acto heroico.
El francés sabe que la suerte era temporal, pero así se ha aferrado a combatir a las cumbres de los Pirineos, y ahora los Alpes, para mantenerse de amarillo. Su ventaja para la Etapa de hoy son 15 segundos ante Andy Schleck, nada ante El Depredador del equipo Leopard y El Caníbal Cadel Evans, quien ayer atacó en las pendientes como si fuera una máquina, arrastrando a un pelotón que a 15 kilómetros del final era de 40 soldados y terminó sólo con cuatro tras él, uno de ellos Voeckler.
La hazaña de Thomas, patrocinada ayer por el ritmo bestial de Evans, se dimensiona en el ascenso más brutal del Tour, donde se le daba hoy por liquidado. Ahí, a 10 kilómetros de la meta, todo era felicidad para Leopard y Andy Schleck. Para ese momento tenía 4:45 minutos respecto del pelotón, que se traducían en la calculadora del Tour con 2 minutos de ventaja con respecto a Voeckler en la clasificación general.
Justo ahí, el australiano Evans, quien aguarda la contrarreloj del sábado para liquidar todo y ganar la Grande Boucle, empezó a acelerar el paso, primero como un depredador hasta llegar al nivel de una máquina que devoraba kilómetros y Andy sólo recibía noticias un poco más arriba de cómo el maillot no sería suyo, al menos ayer, como lo planeó.
En esa estrategia de los grandes, Voeckler empezó a hacerse un homenaje así mismo. Desde el 2005 ningún ciclista había mantenido por 10 etapas seguidas el liderato, sólo Lance Armstrong: Thomas ayer colocó su nombre junto a él.
No fue sencillo para Thomas, el sufrimiento en el rostro, la saliva escurriendo por la boca y el cuello, y los ojos casi desorbitados. Así, casi en la inconsciencia, Voeckler defendía, probablemente por última vez, el suéter amarillo. Ahí, junto a la belleza de Galibier Serre Chevalier, el francés vivió su propio infierno, el que le tiene hoy de amarillo. Hoy llega Alpe dHuez, el cementerio de los ciclistas. La tortura es una forma de vida y a los ciclistas les encanta.