No es un Clásico, es un partido más

En las instalaciones del Club América Coapa, la victoria de Pumas no generó peleas entre aficionados, despliegue de elementos de Seguridad Pública ni venta de cerveza; es decir, sinónimos que se han establecido del derby capitalino en su versión varonil.

-¿Qué jugadora dicen que las invitó?, pregunta el guardia de seguridad que cuida la puerta de la entrada de las instalaciones del América en Coapa.

-Ximena. Ximena Ríos, responden dos muchachas.

-¿De América o de Pumas?

-América.

-No están en la lista, ¿están seguras de que su jugadora mandó sus nombres?

Las muchachas se miran confundidas una a la otra. Preguntan si pueden pasar, pero el elemento de seguridad se niega.

“Ya no puedo dejarlas pasar, el partido comenzó”.

Para que el público pudiera entrar a observar el América contra Pumas femenil debió ser invitado por jugadoras, cuerpo técnico o directivos de alguno de los clubes y, además, debían llegar puntuales. No hubo registro de que aficionados externos entraran a observar el encuentro. Pero pudo ser diferente.

El partido estaba programado a celebrase en el Estadio Azteca, pero el mal estado del césped obligó a que los directivos del América mudaran el encuentro al complejo en el que entrenan.

La decisión redujo la afluencia de aficionados (sólo asistieron, aproximadamente, 250) y eliminó por completo la posibilidad de que ingresaran barristas de ambos clubes, algo característico de los duelos de la rama varonil. Por lo anterior, no hubo necesidad de un dispositivo policiaco de la Secretaría de Seguridad Pública y fue suficiente un grupo de guardias de seguridad privada para custodiar el encuentro.

“Nosotros lo vemos como un clásico heredado”, dice Leonardo Cuéllar, entrenador de las Águilas. “Desde el primer duelo que tuvimos contra Pumas lo sentimos así y no cambiamos de opinión”.

En la cancha se pudo percibir. Las jugadoras de ambos equipos luchaban, se hacían de palabras, reclamaban repetitivamente a la árbitro cualquier decisión; cuando terminó el encuentro, hubo un conato de bronca producido por el festejo de una de las jugadoras de Pumas que simuló aletear como una gallina en el suelo, similar al que hizo Carlos Tévez en la cancha de River Plate en un clásico argentino.

“Nosotras no lo vemos como un clásico”, señala Ileana Dávila, entrenadora de Pumas.

“Lo vemos como un partido más. El triunfo sabe bien porque es la primera vez que vencemos al América desde la creación de la liga. También lamentamos que no hayamos podido realizar el protocolo de fair play al final del partido, pero fue porque el partido terminó muy caliente”.

Pumas ganó 1-0 con gol de Fabiola Santamaría al minuto 27. La rivalidad entre ambos cuadros es la única oportunidad para que se establezca un clásico capitalino en la Liga femenil, debido a que Cruz Azul juega como local en Ciudad Cooperativa, Hidalgo. Como factor extra para que la rivalidad pueda establecerse, la victoria de Pumas rompió el invicto de América en lo que va del Apertura 2018.

La cancha en la que jugaron, según cuenta Cuéllar, fue recuperada por los jardineros del club. No fue lo único improvisado. El sonido para anunciar los cambios fue instalado en una carpa aledaña a unos pasos del tiro de esquina. Mientras que el vestidor visitante estaba dentro de la única sección de gradas que tenía la cancha. Algo similar es difícil de imaginar para el encuentro de varones, que se disputará el próximo domingo en el Estadio Azteca.

En las gradas no hubo venta de cerveza; cuando concluyó el cotejo, no hubo trifulcas entre los aficionados de ambos clubes, como ocasionalmente sucede en los juegos de los varones. Las jugadoras de ambos planteles se acercaron con ellos y se dieron un abrazo.

El partido estuvo cerca de pasar inadvertido, no sólo para los aficionados, también para los televidentes. Hasta el viernes pasado no estaba programado que transmitieran el encuentro, pero una decisión de última hora hizo que se emitiera por Univisión TDN.

En el América contra Pumas del domingo próximo será casi imposible que se limite el acceso a los aficionados y es impensable que estuviera en riesgo de no transmitirse por televisión.

alain.arenas@eleconomista.mx