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Si un día todo termina... no se olviden del Giro

¿por qué el giro importa tanto? ¿por qué es un ejemplo de esfuerzo? ¿qué lo hace ser épico y legendario?

A quien corresponda:

Si algún día, por el motivo que fuera, la vida en la Tierra se acabara y únicamente quedaran los edificios, nuestras casas, los autos abandonados, las carreteras, las computadoras, nuestros videos, las fotos, espero que quien llegue, el que sea, lo que sea, se detenga a mirar algo de lo que fuimos y le recomendaría si se pudiera dejar un mensaje que le eche un vistazo a lo que llamamos YouTube y digite ‘Giro de Italia’.

Lo juro, se quedará maravillado: el hombre al límite, un ejemplo hasta dónde podemos llegar. Un homenaje al esfuerzo del ser humano.

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Italia quedó devastada después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) a merced de sus mafias y una Guerra Civil. Benito Mussolini los lanzó al campo de batalla y la locura llegó a tal grado que en algún momento una parte del país apoyaba a las fuerzas de Hitler y otra a los Aliados. Luego, la posguerra, dura, cruel: cuando todo el polvo ha caído al suelo, los incendios se han apagado, las súplicas han terminado, ha salido el sol y echas un vistazo, puede ser lo peor que hayas mirado en tu vida.

Por aquellos años, entre los italianos había pocas cosas que respetaran, quisieran o idolatraran. Una de ellas era el Grande Torino, un equipo de futbol de la época que ganó cinco Ligas y cuyos integrantes todos murieron en 1949 cuando se estrelló su avión después de regresar de un partido amistoso en Portugal. Pero, además, había tres cosas que eran casi una religión: Gino Bartali, Fausto Coppi y el Giro de Italia.

La estética de la geografía, la rudeza de la ruta, la pasión de los aficionados, la tradición que guarda , todo eso es el Giro de Italia dice Charly Wegelius, un ciclista británico que se formó como profesional en la escuela italiana.

No hay ninguna carrera en el mundo donde los aficionados esperen hasta que cruce la meta el último ciclista para irse, como en el Giro , recuerda el mexicano Julio Pérez Cuapio, el líder de la clasificación de la montaña en el 2002.

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¿Qué hace épico al Giro?, seguro que, además de los fans, de las historias y vivencias, tienen mucho que ver los puertos de montaña más salvajes que se hayan escalado en una bicicleta: Mortirolo o la Cima Coppi. Una bestialidad.

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Cuando Charly Wegelius llegó a Italia para iniciar su carrera profesional, pensó que estaba en el paraíso. Recién tenía su primer contrato profesional con el Mapei y vivía algo que para él era increíble: un piso de lujo, muebles nuevos, la hielera siempre estaba llena, comida de primera calidad, una alberca. Nada que ver con lo que vivió en Francia años atrás, cuando estaba en un equipo amateur y su cama se sostenía en dos tabiques. Estaba decidido a ser profesional y su historia inició cerca del Mediterráneo.

Lo hacía de la mano del Mapei, en aquel entonces el mejor equipo del mundo. Para los italianos el ciclismo es un asunto de pasión, es cosa seria, por eso los chicos tímidos o que no expresan emociones no sientan bien en los equipos italianos, sienten que no tienen sangre por este deporte recuerda Charly en el libro Gregario.

Wegelius cuenta que siempre se sintió muy identificado con la forma de vivir el ciclismo de los italianos. Fue tanto su amor por Italia que en el 2005 aceptó (con 2,500 euros de por medio) ayudar a Alessandro Petacchi como gregario en el Mundial de ciclismo de Ruta. Traidor , así fue catalogado un británico que adora Italia y que dice que el Giro fue una de las experiencias más maravillosas que le tocó vivir como profesional.

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Dino Buzzati, periodista y escritor para El Corriere della Sera narró de la siguiente manera la legendaria etapa del Cuneo-Pinerolo del Giro de 1949:

Cuando hoy durante la ascensión por las terribles pendientes del Izoard, hemos visto a Bartali lanzarse solo en persecución, a grandes golpes de pedal, manchado por el lodo, hundidas las comisuras de los labios en un rictus que expresaba el sufrimiento de su cuerpo y su alma Coppi ya había pasado por ahí hacía un buen rato y afrontaba las últimas rampas del puerto , ha resurgido en nosotros, 30 años después, un sentimiento que nunca hemos olvidado. Hace 30 años, quiero decir, aprendimos que Héctor fue asesinado por Aquiles (...) Por supuesto, Coppi no posee la fría crueldad de Aquiles; más bien al contrario. Ambos campeones son, sin duda alguna, los más cordiales, los más amistosos. Pero Bartali, más distante, más brusco de forma inconsciente, en cualquier caso vive el mismo drama que Héctor: el drama de un hombre vencido por los dioses. Contra la misma Atenea debió luchar el héroe troyano: su muerte resultó fatal. Fue contra una fuerza sobrehumana contra la que luchó Bartali, y no podía sino perder; es el poder maléfico de los años. Su corazón, sin embargo, sigue siendo formidable; su musculatura se mantiene en perfecto estado y su espíritu guarda la firmeza de los años en que la suerte le sonreía. Pero el tiempo hace estragos sin que él se percate de ello (...) Y hoy por segunda ocasión, ha perdido .

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Una etapa a las 3 de la mañana, Bartali fumando frente a sus rivales para desanimarles antes de rodar, un británico que se siente italiano, un mexicano que se convirtió en el mejor escalador, etapas que duraban 10 horas o dos días, una noche que la policía toca a la puerta de tu cuarto y te pide que no te muevas y empieza a esculcar para encontrar jeringuillas, un ciclista que era el más idolatrado de un país y que salvó la vida de casi 1,000 judías durante el fascismo, un loco que se apellidaba Pantani y que un bien día era una locomotora y al otro día el peor de todos. Todo esto es el Giro de Italia.

PD: El Giro también es sangre, es corazón. El Giro late, pues...

ivan.perez@eleconomista.mx

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