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El Empresario

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A un año de la pandmia, así se vive el retorno a las oficinas

La autorización es sólo para el sector privado. Entre 200,000 y 500,000, personas ha dicho la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. En contraste, la Secretaría de la Función Pública amplió hasta el 30 de julio el home office para el personal del gobierno federal: alrededor de 1 millón 200,000 personas

Foto EE: Archivo

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Es su segundo día y va tarde a la oficina. Sube las escaleras tan rápido como puede para entrar al edificio en la calle Shakespeare, pero pronto se da cuenta que su prisa es inútil. En el diminuto vestíbulo hay una fila que se alarga por la sana distancia entre cada persona, están esperando turno para subir de tres en tres al elevador. Antes hay que pasar por un tapete sanitizante, medir su temperatura y aplicarse gel antibacterial en las manos.

El joven de saco verde llevaba más de un año de teletrabajo, desde que comenzó la pandemia de covid-19. Pero el Gobierno de la Ciudad de México (CDMX) permitió que, a partir del lunes 26, el 20% del personal de los corporativos regresara a las oficinas y a él le tocó volver. “Todo bien, es que hoy tampoco calculé bien el tiempo”, comenta mientras coordina dar pasos largos, acomodarse el cubrebocas y limpiarse el sudor.

La autorización es sólo para el sector privado. Entre 200,000 y 500,000, personas ha dicho la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. En contraste, la Secretaría de la Función Pública amplió hasta el 30 de julio el home office para el personal del gobierno federal: alrededor de 1 millón 200,000 personas.

“Yo no he notado más gente estos días. Es que muchos regresaron antes de que el gobierno les diera permiso y otros nunca dejamos de venir”, dice Maribel Lozano. Ella labora en seguridad cibernética de un banco, “y los programas no pueden ser instalados en los equipos personales”, explica antes de subir al piso 45 de la Torre Mayor.

De acuerdo con la Secretaría de Movilidad capitalina, el lunes 26 hubo 33% menos automóviles circulando, comparado con un lunes sin pandemia. El martes 27 hubo 49% menos que un martes típico. Desde que la CDMX volvió a semáforo naranja, el tránsito vehicular “ha pasado progresivamente de -50% a -30%” en promedio.

Condiciones para regresar

Las empresas que regresen al trabajo presencial deben establecer horarios escalonados y hacer adecuaciones para laborar a una distancia mínima de 1.5 metros. Además, implementar mecanismos QR de rastreo de contagios y aplicar pruebas semanales a por lo menos 20% del personal.

El Instituto de Verificación Administrativa (Invea) supervisará el cumplimiento de esas medidas. La sanción por no hacerlo es la suspensión temporal, total o parcial las actividades hasta por 15 días.

Armando Jiménez ve muy lejos que cumplan todas las reglas. Él sólo pudo trabajar desde casa unas semanas en mayo y otras entre diciembre y enero. “Siento mucho enojo porque no nos cuidan y han hecho parecer lo contrario”. En febrero, inspectores de la CDMX visitaron las oficinas, “pero nos sacaron por una puerta trasera para ocultar la situación”.

Según la Encuesta regional 2020: ¿Cómo se transformó el ámbito laboral y familiar?, de la IAE Business School en México, al inicio de la pandemia, 68% de las personas teletrabajaba tiempo completo y 11% tenía un esquema mixto. Antes de la covid-19, sólo 34% laboraba a distancia.

Claudia Bermúdez cruza la avenida Paseo de la Reforma hacia la colonia Anzures, ése es su camino desde el lunes pasado. Luego de casi un mes en capacitación a distancia, por fin conoció las instalaciones de su nuevo empleo. Consiguió un puesto de asistente de nómina en una empresa de subcontratación.

Vive en la alcaldía Iztapalapa, a poco más de una hora de su trabajo. Ésa será la desventaja, advierte, la lejanía. “Y los gastos del pasaje, y los alimentos”; en la fonda más barata y cercana cuesta 65 pesos la comida corrida. Todavía no sabe cuánto ganará, lo sabrá bien en una semana, cuando termine su capacitación.

Pasan de las 9 de la mañana, Maribel, Claudia y el chico que no alcanzó a decir su nombre, más que por la prisa porque se ahogaba entre el tapaboca y la corredera, ya entraron a trabajar.

En otras oficinas, Isabel Solís llega con calma, saca de su bolsa un par de zapatillas blancas de tacón bajo. Antes de entrar hace el cambio por las pantuflas que traía puestas. “Es que ya me desacostumbré”.

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