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Las oficinas felices sí son posibles
Si piensa en trabajar, ¿cómo se siente? Si experimenta fastidio, enojo o tristeza, ahí puede estar la razón de la infelicidad.
Si piensa en trabajar, ¿cómo se siente? Si experimenta fastidio, enojo o tristeza, ahí puede estar la razón de la infelicidad.
Ser feliz en el trabajo es una ambición que se ha popularizado, porque así será productivo y no se trabajará solamente, se tendrá bienestar y dicha, pero ¿realmente se puede vivir en una oficina feliz y tener bienestar al realizar las labores cotidianas, o sólo se trata de una ilusión que se vende a los empleados para trabajar mejor?
La realidad es que sí es posible ser feliz en casi cualquier oficina: primero, si la persona así lo quiere; segundo, si cree que es posible, y tercero, si se deja de vivir demostrando a los demás lo competente que es o lo bien que le va en la vida, la presunción no garantiza la felicidad, así lo asegura Sylvia Ramírez, autora del libro Felicidad a prueba de oficinas.
“Juntando estos tres cables es muy posible experimentar una felicidad genuina, casi en cualquier oficina. No en todas, porque de acuerdo con mi experiencia, hay una clase de organización en la que no es tan factible sentirse pleno. Esa empresa es donde los jefes alientan a los funcionarios a traicionarse entre ellos, a competir descaradamente, a pasar por encima de cualquier código ético con tal de robar ventas o cumplir con las metas de desarrollo”, indica.
El problema de estas oficinas radica en los propios valores de la compañía que fomentan el surgimiento y dispersión de emociones malas como el odio y la envidia, y animan a crear estrategias de traición y manipulación. En un entorno así, el empleado se siente aislado y deprimido, afectando los aspectos de su vida, especialmente la salud padeciendo enfermedades desde diabetes hasta cáncer.
El miedo a ser feliz
Ramírez indica que mientras en la cotidianidad del empleado no haya fuentes saludables de alegría, se seguirá aferrando a una persona tóxica que termina siendo él mismo, alguien pesimista, egocéntrico, que no aporta nada bueno, victimizado y envidioso, al tener la idea de que trabajar mucho lo vuelve más productivo o, peor, se carga de más responsabilidades de las que se pueden asumir.
“Es más fácil quejarse del trabajo que no acaba, del jefe que no da tregua y del dinero que no alcanza, que tomar las riendas de la vida. Como es más fácil vivir estresado, malgeniado o herido porque de alguna forma eso ya se conoce, se evita la felicidad. Se cree que ser feliz es aspiración de mentes débiles, que el dolor da puntos o que el estrés da importancia a la persona, lo hace sentirse vivo”.
Por años se creció con la idea de que si el trabajo no fuera malo, no se pagaría por ello, algo que predominó en las generaciones anteriores y que daba cabida a creer que ser feliz en el trabajo no sólo era imposible, sino que estaba penado.
“Ser feliz sí es posible si la persona entiende que la felicidad no es un propósito ni es un estado superior reservado para las almas iluminadas, sino que ser feliz, en realidad, es una decisión”.
Lo cruel de trabajar
En la mayoría de los casos, aunque las empresas diseñen políticas de bienestar y trabajen por tener un buen ambiente laboral, la infelicidad puede predominar, lo que viven los empleados que no son felices con lo que hacen. En ese caso, hay que detectarlo a tiempo y buscar nuevas opciones, a la larga puede ser perjudicial para la persona y la organización.
Los fines de semana son esperados con ansias, pero cuando está por terminar, una tristeza invade a todos, algo conocido como sunday blues, algo normal que no pasa de un pequeño malestar.
El problema es cuando causa frustración, la persona se siente tan agotada que la idea de descansar en el fin de semana es dormir, siente ganas de llorar por pensar que al otro día tiene que trabajar, siente odio, sufre molestias física e incluso desde el domingo en la tarde o al despertar, ya siente un fuerte enojo porque el fin de semana está terminando. Lo mismo si al empezar la semana desea con locura que el viernes llegue pronto.
Otros signos de que la persona no es feliz son descuido por la vestimenta para ir al trabajo al igual que exagerar en el arreglo porque está camuflajeado. La productividad se reduce o también puede ser más alta, para igual, ocultar la infelicidad.