Lectura 4:00 min
#8M en defensa de la vida
Ante nuevas guerras destructivas en el mundo y ante las imparables violencias que devastan el país, este 8 y 9 de marzo, en marchas múltiples y un nuevo paro nacional, las mujeres reclamaremos, una vez más, el derecho básico de nosotras y de toda la humanidad a vivir sin violencia, a construir en igualdad un mundo sin explotación ni precarización, sin destrucción continua de la tierra en nombre del "progreso". Defendemos la vida.
No podemos hoy conmemorar las luchas de mujeres obreras y feministas sin alzar también nuestra voz, con más urgencia que nunca, contra la normalización y justificación de violencias que nos asfixian y hoy amenazan nuestra sobrevivencia, el futuro del planeta, único hogar que tenemos.
Las guerras en Yemen, Siria, Palestina, las guerras civiles y masacres en África y Asia, la invasión y destrucción de Ucrania en estos días, las masacres, desapariciones y feminicidios en México, las redes internacionales de trata, forman parte de una maquinaria de muerte que arrasa con presente y futuro y vacía de sentido el concepto mismo de humanidad.
En México protestamos hoy contra la violencia estructural que mantiene a millones en la pobreza, contra la violencia laboral que acreciente las brechas salariales, impone sobrecargas de trabajo y asfixia a las mujeres ya agobiadas por la exigencia de cuidados durante la pandemia; contra la trivialización del acoso laboral y sexual que convierte el trabajo en pesadilla; contra la violencia institucional que estigmatiza a las víctimas de violación e incesto y deja en la impunidad crímenes ignominiosos como el feminicidio, la trata, la tortura y la desaparición.
Marchamos y gritamos contra la violencia gubernamental que clausura el porvenir de millones de mujeres, niños y niñas al eliminar de tajo estancias infantiles, comedores comunitarios, programas sociales con sentido constructivo y perspectiva de género, y escuelas de tiempo completo, fuente de alimento intelectual y nutricio para millones de niñas y niños marginados, apoyo fundamental para sus madres. Alzamos la voz contra los recortes a refugios para mujeres maltratadas, indispensables para escapar a la tortura del maltrato y la amenaza de feminicidio; contra la disminución o eliminación de recursos para programas de prevención de violencia, para Casas de la Mujer Indígena y servicios de salud sexual y reproductiva.
Tomamos calles y plazas para exigir un alto a la impunidad de la violencia machista que acosa en el transporte público, en la calle, en la escuela. Un alto a la indiferencia gubernamental y social ante el abuso contra niños y niñas en albergues públicos, contra mujeres y hombres en estaciones migratorias y carreteras, donde las autoridades golpean, amenazan y deportan sin respetar el derecho de asilo y a migrar de quienes huyen de la violencia y la miseria en busca de un presente mejor.
Creamos antimomumentas en homenaje a madres buscadoras de justicia ante tribunales corruptos y entre fosas clandestinas, que hacen el trabajo del Estado. Pintamos murales en memoria de las ausentes, resignificamos el espacio público en solidaridad con las defensoras de derechos humanos y del medio ambiente, cuyo trabajo es imprescindible para la dignidad y la sostenibilidad de la vida. Cantamos en defensa de la libertad de expresión, en solidaridad con las periodistas, estigmatizadas, asesinadas, desplazadas por agentes criminales y estatales.
Nuestra protesta es constructiva. Al denunciar las fallas de los gobiernos, la tolerancia social y estatal ante las violencias extremas y cotidianas, al indignarnos contra la crueldad y la impunidad, al alzar nuestras voces contra el imperio de la destrucción, arrancamos los velos de la simulación y la demagogia. Unidas y diversas, paso a paso, abrimos los horizontes para imaginar y tejer un futuro habitable para nosotras, para todos. Pasan y pasan gobiernos… Desde el feminismo y el movimiento de mujeres perseveramos.
Sin igualdad, paz y justicia, no hay país ni mundo ni futuro posible para nosotras ni para nadie.
¡Ni Una Menos!