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Opinión

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Alerta sísmica en celulares: simulacro fallido

Ayer 19 de septiembre a las 11 am, millones de habitantes en la Ciudad de México esperaban con expectativa el sonido de los altavoces y el mensaje de la alerta sísmica en los teléfonos durante el simulacro conmemorativo de los terremotos de 1985 y 2017. Para muchos, el mensaje nunca llegó. 

Entre la confusión, las críticas y las mofas, una pregunta sí resonaba y vibraba: ¿por qué un país tan vulnerable a los sismos no tiene un sistema de alerta sísmica que funcione de manera eficaz y confiable en todos los dispositivos móviles? La respuesta apunta a un problema en la gestión de las telecomunicaciones y la tecnología de misión crítica en México.

El Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), operado por el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES), es el responsable de su funcionamiento. El SASMEX tiene sensores en las regiones sísmicas de la Placa de Cocos y el sur del Eje Neovolcánico Transversal en los estados de Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Puebla y Oaxaca. Cuando se detecta un sismo, se estima en pocos segundos su dimensión y se envía el aviso por ondas de radio a las ciudades que difunden la alerta del SASMEX: Ciudad de México, Chilpancingo, Acapulco, Oaxaca, Morelos y Puebla. 

Cabe aclarar que ni el Servicio Sismológico Nacional de la UNAM ni el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) operan ninguna alerta sísmica. 

Pero el sistema de alerta sísmica en México está lejos de ser infalible. La alerta está diseñada para advertir a la población sobre un movimiento inminente y fue concebida como una herramienta clave para prevenir desastres y salvar vidas.

El objetivo de los sistemas de alerta temprana centrados en las personas es proveer información a los individuos y a las comunidades amenazadas por peligros para actuar con tiempo suficiente y de manera apropiada y reducir la posibilidad de daño personal, pérdida de la vida o daño a sus propiedades.

Sin embargo, el simulacro de 2024 expuso nuevamente sus debilidades. A pesar de que el SASMEX envió las señales a las antenas de las compañías de telefonía móvil, muchos dispositivos no recibieron el mensaje de alerta. En un país con más de 130 millones de líneas celulares activas, esta falla pierde la oportunidad de ser eficaz y pone en riesgo a millones de personas que dependen de esta tecnología para salvaguardar sus vidas, por lo que la alerta sísmica no está a la altura del reto.

Las críticas a su desempeño han sido constantes. Desde problemas de cobertura hasta la falta de coordinación, la alerta sísmica enfrenta desafíos técnicos y administrativos que no deberían ser tolerables en un país donde los movimientos telúricos han sido trágicos. No han ocurrido cambios en la sismicidad en los últimos 100 años en México, pero sí en el crecimiento poblacional y estructural de las ciudades, lo cual nos hace más vulnerables ante este fenómeno.

Uno de los mayores problemas es que la alerta no ha sido desarrollada como un sistema de misión crítica. Éstos, por su naturaleza, no pueden permitirse fallas, ya que de ellos depende la seguridad o la vida de las personas. La tecnología de misión crítica debe contar con redundancia, pruebas constantes y una arquitectura robusta que garantice su operación, incluso en las condiciones más adversas. 

La falta de una infraestructura de misión crítica en México ha resultado en una alerta sísmica ineficaz y poco confiable. Mina la confianza de la ciudadanía y pone en riesgo vidas humanas. Países como Japón, Estados Unidos y Chile han implementado sistemas que funcionan de manera eficiente. 

Japón ha desarrollado uno de los sistemas de alerta sísmica más avanzados del mundo, J-Alert, basado en una red de sensores sísmicos y estaciones de monitoreo que permiten emitir alertas a la población en segundos. Estas alertas llegan no sólo a dispositivos móviles, también a sistemas de transporte, plantas de energía y otras infraestructuras críticas, lo cual ayuda a minimizar el daño y salvar vidas.

En Estados Unidos, el sistema de alerta sísmica ShakeAlert opera en los estados de la costa oeste. El sistema utiliza una red de más de 1,675 sensores distribuidos en varios estados. La alerta se envía a través de aplicaciones móviles, mensajes de texto, anuncios en medios de comunicación, marquesinas en espacios públicos y alcanza a millones de personas en segundos.

Chile, otro país con alta actividad sísmica, ha invertido en un sistema que cubre todo su territorio y está integrado con su sistema nacional de emergencias. La diferencia en estos países es el compromiso a largo plazo con la infraestructura de misión crítica y la continua mejora de los sistemas de alerta, a diferencia de México.

Aunque existen aplicaciones móviles como SkyAlert o MyShake que notifican sobre movimientos telúricos en el mundo, ninguna de ellas está diseñada para funcionar como un sistema de alerta sísmica. Estas apps se basan en reportes secundarios y no en la detección temprana que caracteriza a las alertas sísmicas de misión crítica. 

La falta de un sistema nacional de alerta que funcione adecuadamente pone a México en una situación de vulnerabilidad inaceptable, especialmente considerando que el país se encuentra sobre cinco placas tectónicas activas. Es urgente que México tome medidas para mejorar su sistema de alerta sísmica. Esto implica invertir en infraestructura tecnológica robusta, capaz de operar sin interrupciones incluso en caso de desastres.

A más de 35 años del devastador terremoto de 1985 y a siete del de 2017, México sigue sin contar con un sistema de alerta sísmica eficaz que pueda salvar vidas. La falta de compromiso de las autoridades y la deficiente infraestructura tecnológica de misión crítica hacen de la alerta sísmica una asignatura pendiente. Las fallas técnicas durante el simulacro del 19 de septiembre son un recordatorio pasmoso de que aún estamos lejos de estar preparados para el siguiente gran sismo.

X: @beltmondi

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Presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi). Analista de medios y telecomunicaciones y académico de la UNAM. Estudia los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, las telecomunicaciones, la comunicación política y el periodismo. Es autor del libro El presidencialismo mediático. Medios y poder durante el gobierno de Vicente Fox.

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