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Biden y AMLO: una política migratoria mortal
En campaña, el entonces candidato Joe Biden prometió reformar el sistema de inmigración de Estados Unidos deshaciendo muchas de las políticas implementadas por el expresidente Donald Trump. Aseguraba que era posible tener un sistema equitativo que reflejara los valores de Estados Unidos y diera la bienvenida a las familias migrantes.
Años después, Biden está considerando restablecer la práctica de detener a las familias que cruzan la frontera. El posible cambio de política del presidente Biden sobre las detenciones familiares sugiere que él, al igual que muchos de sus predecesores, está luchando por equilibrar el orden migratorio en la frontera entre Estados Unidos y México luego de un año que marcó cifras récords en la llegada y detención de migrantes que intentan cruzar hacia mejores posibilidades.
Bajo Donald Trump, los estadounidenses se enfrentaron a una avalancha casi constante de retórica y políticas racistas y antiinmigrantes. Después, Biden se presentó a sí mismo como el candidato anti Trump que restauraría el honor y la decencia a la presidencia, en parte mediante la construcción de un sistema de inmigración justo y humano, pero hoy, las políticas fronterizas de Biden se están convirtiendo en una copia de las de Trump.
Tanto Trump como Biden han causado un daño devastador a millones de personas desplazadas por la fuerza para convertirse en víctimas de un sistema que los ha dejado varados y vulnerables, y con Biden ahora moviéndose hacia el centro y la inmigración asomándose como un problema de responsabilidad en las elecciones presidenciales de 2024 para los demócratas, el discurso migratorio se ha envuelto en la narrativa xenófoba de la ultraderecha republicana sin poder descubrir aún la solución a una problemática compartida que sigue cobrando vidas de las maneras más trágicas imaginables.
Un ejemplo del cambio en las posiciones de Biden es precisamente la posible reactivación de la política de detención familiar que puede servir como un elemento disuasorio preventivo para los migrantes que consideran llegar a la frontera luego de la finalización del Título 42 el próximo mes de mayo.
Y aunque algunos argumentan que la administración de Biden ya debería haber presentado un plan posterior al Título 42, todavía hay medidas que la administración podría tomar en los próximos dos meses, mientras que el Congreso en deuda con los migrantes, debería tomar este momento como una prueba más de que el sistema de inmigración de Estados Unidos, que no ha visto una reforma migratoria en más de dos décadas, no funciona y debe abordarse con urgencia.
Pero mientras Biden considera el endurecimiento de su política migratoria ante las elecciones presidenciales del próximo año y el consenso anti migrante que predomina actualmente en Estados Unidos, la muerte de 39 solicitantes de asilo en el centro de detención en nuestro país resulta indignante y recae directamente en las ineficaces políticas de inmigración de los dos países.
Si bien es cierto que México y el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador tienen mucho que explicar sobre el incendio que mató a los migrantes que buscaban refugio en Estados Unidos, también el de Joe Biden, considerando que prácticamente ha cerrado la frontera a estas personas que huyen de la persecución, violencia, corrupción y pobreza de sus países.
Mientras la migración se politiza en Estados Unidos, Biden y López Obrador, lamentan las muertes, pero rápidamente pasan la tragedia como un daño colateral en su lucha por mantener el poder, atendiendo a sus bases políticas sin importar el costo. En lugar de tener la oportunidad de pedir asilo, 39 seres humanos encontraron una muerte horrible en un centro de detención federal. Una tragedia causada directamente por las políticas de inmigración de Biden y por Lopéz Obrador cumpliendo sus órdenes.
Es una situación insostenible y el incendio mortal del lunes lo demuestra. Más allá de lo que AMLO gana y México recibe a cambio de hacer el trabajo de Estados Unidos de deportar a los migrantes y mantenerlos alejados de suelo estadounidense, Biden ha encontrado un aliado en el negocio de la deportación en su guerra contra los inmigrantes no deseados.
Cualquier reforma migratoria profunda real parece muy poco probable en el corto plazo, ante lo divisiva que se ha vuelto la política de inmigración, y la realidad de un periodo electoral que cada día importa más. Si bien puede haber algunas medidas pequeñas con apoyo bipartidista en las que el Congreso podría estar de acuerdo, no existe esperanza de una reforma integral en el futuro inmediato. Sin embargo, eso no evitará las promesas de una durante las próximas elecciones, convirtiendo de nuevo a los migrantes en un botín político desechable cíclico.
Ante ello, el estado mexicano rebasado en sus capacidades e intereses. Incapaz de garantizar ningún tipo de derecho humanitario. Sin una política migratoria con miras de estado y largo plazo. Rehén de un país que se niega a aceptar abiertamente la necesidad de un sector sobre cuyos hombros se construye un país, y se mantiene a otro.