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Opinión

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Chips y autos eléctricos made in México, ¿qué dicen las letras chiquitas?

Dejemos a los detectives que encuentren la carta que escribió Joe Biden a AMLO. Leamos a nuestros mejores columnistas políticos para que nos expliquen cómo se vive en Las Mañaneras y puertas adentro este raro acto de rectificación norteamericana del presidente de México. Roguemos a los DJ´s para que nos ayuden a adivinar qué canción escogerá el primer mandatario después de deleitarnos con Chicoché. Yo pongo mis fichas por I wanna hold your hand o Te doy una canción.

Yo quiero hablar de lo obvio, México está ante la mejor oportunidad económica de muchos años: puede reforzar su papel como socio clave de Estados Unidos en momentos en los que el Tío Sam está redefiniendo sus procesos de producción, además de su relación económica y geopolítica con el mundo. Near shoring o Friend Shoring. Aprovechar esta oportunidad podría significar más inversión y empleo en México, más oportunidades de desarrollo regional y, quizá, el fin de tres décadas de crecimiento económico mediocre.

Estamos hablando de algo que trasciende el T-MEC. Lo que Estados Unidos describió en el contexto del Diálogo Económico de Alto Nivel es una propuesta de coproducción de bienes y productos estratégicos en la zona de América del Norte, argumenta Pedro Casas Alatriste, director de Investigación y Políticas de la US México Foundation. En la ruta que comenzó con el NAFTA, se buscaba impulsar el libre comercio en un mundo globalizado. Ahora vemos algo que pretende reforzar las cadenas de valor en América del Norte, pero pone candados para limitar la participación de otros países que están fuera de la región, dice Casas Alatriste: “Es una forma nueva de ver la región de América del Norte, en cierto sentido, más separada del mundo, pero más integrada al interior”.

La estrategia de Estados Unidos queda mucho más clara en las dos leyes que aprobó recientemente el Capitolio: la Anti Inflation Act y Chips and Science Act. La primera de ellas incluye un presupuesto de 369,000 millones de dólares para impulsar el desarrollo de las energías limpias en América del Norte. Ahí caben los estímulos para la producción de vehículos eléctricos en Estados Unidos, pero también en Canadá y México. En juego está la definición del mapa de la industria automotriz norteamericana y hay una oportunidad real para incrementar nuestra posición actual en un futuro de electromovilidad.

La ley para impulsar la producción de chips o semiconductores es un intento de corregir una vulnerabilidad estadounidense: 80% de la producción de chips en el mundo ocurre en Asia, principalmente en Taiwán y Corea del Sur. La Chips and Science Act quiere que los semiconductores se produzcan en América del Norte y eso abre una puerta para México. Establece un fondo de 52,700 millones de dólares para el desarrollo de capacidades manufactureras; investigación y desarrollo y capital humano. A esto se le suman 11,000 millones de dólares para investigación avanzada y 2,000 millones más para el desarrollo de semiconductores con aplicaciones militares.

México puede participar de estos programas que suman casi 450,000 millones de dólares. No tiene garantías porque no le están entregando un billete premiado de la lotería. Deberemos esforzarnos para beneficiarnos de esta catarata de recursos. Puede llegar a México una parte de los multimillonarios fondos que hay para energías limpias, siempre y cuando México se ponga las pilas en el desarrollo de infraestructura clave y en su propia transición energética. El embajador Ken Salazar me lo dijo ayer en una entrevista: “el presidente López Obrador nos describió con entusiasmo el plan de energía solar para Sonora, eso está muy bien, pero por qué quedarse solo en Sonora… casi todo el territorio de México podría servir para producir energía eólica o solar”.

El factor energético cuenta mucho y contará más en esta idea de futuro de América del Norte. La visita de Anthony Blinken no resuelve la controversia que hay por la decisión de México de privilegiar a Pemex y CFE. Lo positivo del clima en la reunión del Diálogo Económico de Alto Nivel no basta para destrabar las inversiones del sector privado en el sector energético que están atoradas.

Los mensajes de reconciliación suponen un gran avance, pero no eliminan todos los explosivos que están bajo la superficie en algo que no ha dejado de ser un campo minado. Estados Unidos está decidido a reforzar la dimensión geopolítica de su política económica y sus relaciones comerciales. ¿Recuerdan la prohibición que hay en el T-MEC para que México haga un acuerdo de libre comercio con China? En la Anti Inflation Act y en la Chips Act hay otra vuelta de tuerca. los autos eléctricos necesitan minerales como el níquel, litio, cobalto, además de tierras raras. Las leyes que aprobó recientemente prohíben que estos minerales vengan de países como Rusia, China, Irán y Corea del Norte.

Vienen tiempos interesantes y de grandes oportunidades. Son también tiempos de leer las letras chiquitas y aprender del refranero yanqui: There´s no free lunch.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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