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Opinión

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Coneval una de cal por una de arena

Los resultados presentados por el Coneval la semana pasada sobre la medición multidimensional de la pobreza en 2022, reflejan tanto las virtudes como los defectos de las políticas públicas de este gobierno. La honestidad intelectual exige reconocer los aciertos, aunque, como ya han señalado varios analistas, los resultados no sólo muestran buenas noticias. En algunos casos, como el ámbito de la salud, son incluso catastróficos.

La población en situación de pobreza pasó de 51.9 millones en 2018 a 46.8 en 2022. En este caso hay que obviar el análisis de las políticas del gobierno de 2020 ya que cuentan con datos de la pandemia. Pero resulta relevante afirmar que sacar a 5 millones de personas de la pobreza no es poca cosa, aunque falta mucho por hacer. El enfoque multidimensional de la pobreza de Coneval clasifica a la población tanto por su ingreso como por su acceso a derechos sociales. La identificación de la pobreza implica estar por debajo de la línea de pobreza por ingresos —o inferior a la línea de pobreza extrema por ingreso— y sufrir al menos una carencia social, o tres para pobreza extrema.

La reducción de 5.1 millones de personas en situación de pobreza se debe, en gran medida, a la reducción de la población con ingresos por debajo de la línea de pobreza. Esta cifra pasó de 61.8 millones en 2018 a 56.1 en 2022, una reducción de 5.7 millones, incluso mayor a la caída en la medición global de la pobreza. Este aumento en los ingresos se debe a varios factores, entre los cuales el gobierno puede colgarse algunas medallas. Sí, las transferencias aumentaron, particularmente la Pensión de Adultos Mayores (cuya sustentabilidad fiscal es más que cuestionable) y las remesas (que no están relacionadas con ningún gobierno), pero sobre todo aumentaron los ingresos laborales. Estos aumentaron debido a la recuperación del salario mínimo —el mayor acierto de este gobierno— y a las renegociaciones sindicales que, paradójicamente, fueron impulsadas por el libre comercio. Hasta este punto, aciertos que en agregado tuvieron buenos resultados.

Pero los datos de Coneval también muestran los errores de las políticas públicas de este gobierno, principalmente en el aumento de la población que vive con carencias sociales. La población con al menos una carencia se mantuvo estable, pero la población con tres carencias o más pasó de 25 a 32.1 millones. Aunque hubo crecimiento en rezago educativo, la principal causa de esto es el desastre que ha dejado este gobierno en el sector salud. La población con carencia por acceso a los servicios de salud pasó de 18.8 millones a 50.4, un crecimiento de 270 por ciento. Esto es resultado directo de desaparecer el Seguro Popular y luego crear un bodrio en el Insabi, y ahora el IMSS-Bienestar.

Si algo dejan claro estos resultados es el imperativo del próximo gobierno de tomarse en serio la creación de un sistema de salud universal que no esté ligado a la condición laboral. Este gobierno tuvo el capital político para hacerlo y lo desaprovechó. Dejó un desastre como lo muestran estos datos. El acceso a la salud y cuidados tiene que ser un derecho de todos los mexicanos, sin importar donde trabajan, y no un sistema fragmentado que no responde a las realidades del mercado laboral, donde las personas transitan del sector formal al informal constantemente. No son dos mundos laborales segmentados, son realidades económicas que se comunican todos los días. A estas alturas, considerar a unos ciudadanos como de primera y a otros de segunda es una aberración.

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