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Desigualdades
Es el título del libro de Raymundo Campos, académico del Colmex, que analiza el tema de la desigualdad del país a lo largo de la historia. Se trata de un texto en la tradición de los elaborados por Piketty, Stiglitz, Atkinson y Milanovic para introducir el tema de la desigualdad en el análisis económico y utilizar herramientas de otras disciplinas para entender sus causas, consecuencias y alternativas para reducir la brechas. Campos hace uso de los que se sabe del tema, de evidencia internacional y la que existe en el caso mexicano, buena parte de la misma desarrollada por el propio autor a lo largo de su carrera académica. El primer punto es que la desigualdad importa, que no es un asunto de que se vea con envidia la riqueza de otros, sino que los mexicanos que nacen pobres tienen enormes posibilidades de morir pobres también. De hecho, tres de cada cuatro mexicanos que nacen en la pobreza no podrán salir de ella, mientras que cuatro de cada cinco que nacen ricos así morirán. El argumento central es que el estado débil, por sus incapacidades a la hora de recaudar, de invertir y de implementar políticas públicas pertinentes, no ha sido capaz ni siquiera de atenuar la desigualdad regional, de género, de clase, de raza y de ingresos que ha caracterizado al país desde la colonia.
El crecimiento no hubiera sido suficiente para revertir la desigualdad, pero de cualquier forma hemos tenido muy poco, 0.7% en promedio anual en los últimos 40 años. Pero además se ha concentrado en ciertas regiones. Chiapas, por ejemplo, en ese periodo decreció 1.2%, mientras que San Luis creció 1.4% cada año. El sur nunca ha tenido un periodo de alto crecimiento, como el norte en el porfiriato y la post revolución, el centro con el desarrollo estabilizador y los estados del Bajío con la apertura comercial. El sur tiene la peor infraestructura carretera, eléctrica, educativa y de salud del país, lo que le impide crecer. La desigualdad medida por salarios ha sido más o menos estable en los últimos 40 años, con un indice de Gini de 0.5, uno de los peores del mundo. En México el 1% más rico recibe el 25% de los ingresos; en Estados Unidos, el 20%; en Francia, el 11%; en Finlandia, el 9 por ciento. México en realidad no tuvo un periodo de políticas, como las de Europa de la posguerra, que en ese caso lograron reducir a la mitad la riqueza del 1% más adinerado, en relación con los demás. Los enormes niveles de pobreza también ha sido estables en estos 40 años, de alrededor de 42% si se mide por capacidades, o de alrededor de 50% media por ingreso. Ahora en Oaxaca y en Guerrero el 66% de la población se encuentra en situación de pobreza; en Chiapas, el 75, mientras que en Nuevo León y Baja California Sur, el 20 por ciento.
Ser mujer es una factor de desigualdad, ellas ganan 23% menos en promedio. Las mujeres son mayoría en los grupos de ingreso más bajo, 17.4% de ellas frente al 8.4% del total de hombres, y son minoría en los más altos, en el que participan el 1.7% de las mujeres frente al 3% de los varones. Solamente el 8% de los cargos directivos de la empresas están a cargo de las mujeres y los consejos de administración están integrados solo por 5% de las mismas. La principal razón por las que las mujeres dejan el trabajo es porque tienen que cuidar a los hijos, mientras que los hombres por encontrar un trabajo mejor.
La trayectoria laboral de las mujeres en México definitivamente se ve afectada por el embarazo, ante la falta de apoyo del estado de los hombres para cuidar a los hijos. El origen ético es otra causa de desigualdad. La pobreza extrema es cuatro veces mayor en la población indígena. El 80% de las mujeres indígenas en el sector rural viven en situación de pobreza. Las personas que hablan una lengua indígena tienen en promedio tres años menos de escolaridad que el resto. Las personas de piel más blanca tienen 1.4 años más de escolaridad y 54% más de ingreso que los de piel más obscura. La desigualdad también tiene que ver en donde uno vive. En la Ciudad de México la esperanza de vida difiere en casi 20 años entre las colonias más ricas en relación a las más pobres.
Qué se puede hacer al respecto. Campos no pretende inventar el hilo negro, propone un estado de bienestar financiado por una mayor tasa del ingreso sobre la renta de las personas, y otros como los relacionados con herencias, autos y propiedad, para financiar inversión, infraestructura, sobre todo en el sur, transferencias universales, sectores amplios de la población, y servicios educativos y de salud con un enfoque de cuidados. Eso además de reformas laborales para empoderar a los trabajadores, mayores incrementos al salario mínimo y ampliar las cuotas de genero a ámbitos y a la población indígena. Fortalecer el estado para hacerlo un factor igualador.
Twitter: @vidallerenas