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Opinión

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El Corredor Transístmico: ¿Espejismo u oportunidad?

El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), impulsado por la actual administración contempla una estrategia económica de largo plazo para impulsar la conectividad entre el Golfo de México y el Océano Pacífico a partir de vías férreas, carreteras, parques industriales e interconexiones con puertos. Administrado por una empresa paraestatal, pretende fungir como palanca de desarrollo de esa región, una de las más atrasadas del país; con cifras a 2020, 34.9% de la población se encontraba en situación de pobreza moderada y 14% en situación de pobreza extrema. A diferencia de proyectos como la Refinería Dos Bocas, el Tren Maya, o el Aeropuerto Felipe Ángeles, el CIIT fue más publicitado por el Poder Ejecutivo Federal en años recientes, sobre todo a partir del fenómeno del Nearshoring que se intensificó en la segunda mitad del 2022, y el cambio de titular de la Secretaría de Economía, quien, desde entonces, ha enfocado sus esfuerzos a promover, con el apoyo de un importante aparato de propaganda, el CIIT para atraer inversiones por medio de incentivos fiscales en cinco polos de desarrollo iniciales. ¿Estamos frente a un espejismo?

Al CIIT le precede una gran historia, toda vez que fue inaugurado desde la época de Porfirio Díaz. Es decir, no es algo nuevo. Las ciudades de Salina Cruz y Coatzacoalcos, en los estados de Oaxaca y Veracruz respectivamente, se fundaron a raíz de la construcción de ambos puertos por el general Porfirio Díaz. También fue en esa época que se terminó la construcción del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, inaugurado en 1907. Los registros históricos indican que 60 trenes corrían diariamente en este cruce interoceánico, principalmente para llevar y traer mercancía del Pacífico hacia la costa este de los Estados Unidos, pero a raíz del inicio de operaciones del Canal de Panamá (1914), el proyecto vino a menos hasta que prácticamente se abandonó y, a su auge siguió un periodo de crisis económicas, políticas y sociales.

Cien años después, ya en el sexenio del presidente Peña Nieto, el gobierno federal promovió en esa región varias zonas económico especiales (ZEE) que promovían polos de desarrollo en 7 puntos: Progreso, Yucatán; Puerto Chiapas; Dos Bocas, Tabasco; Lázaro Cárdenas, Michoacán en conjunto con La Unión, Guerrero; Seybaplaya, Campeche; así como Salina Cruz, Oaxaca y Coatzacoalcos, Veracruz, mismas que el actual mandatario eliminó por decreto en noviembre de 2019, para después retomar el modelo e impulsar 10 parques industriales con una fase inicial de 5 parques mediante polígonos de desarrollo urbano. El plan actual pretende atraer inversiones preferentemente en 11 vocaciones industriales: eléctrica y electrónica, semiconductores, automotriz, dispositivos médicos, industria farmacéutica, agroindustria, equipo de generación y distribución de energía eléctrica, priorizando las energías limpias; maquinaria y equipo, tecnologías de la información, industria de metales y petroquímica. Su intención es que a través del CIIT se muevan 1.4 millones de containers al año. Según afirma el Gobierno Federal, las empresas que se instalen en estos parques industriales recibirán reducción del 100% del Impuesto Sobre la Renta durante tres años y hasta un 90% en los tres siguientes condicionado a determinados números de puestos de trabajo creados. Además, el decreto ofrece exención del Impuesto al Valor Agregado en las operaciones en el interior durante cuatro años, y depreciación desacelerada de las inversiones por un período de seis años. Se prevé que los resultados de la licitación para los primeros 5 polos se conozcan en noviembre de este año.

Sin embargo, a diferencia de las ZEE del sexenio pasado, el CIIT se constituyó como un organismo público sectorizado a la Secretariìa de Marina mediante decreto publicado en el DOF el 14 de marzo de 2023, cuyo objeto es el de instrumentar una plataforma logiìstica multimodal que integre la prestacioìn de servicios de las administraciones del sistema portuario nacional conformadas por empresas de propiedad estatal ‘Coatzacoalcos, S.A. de C.V., Salina Cruz, S.A. de C.V., Dos Bocas, S.A. de C.V. y Puerto Chiapas, S.A. de C.V., y su interconexioìn mediante la integracioìn de Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, S.A. de C.V.’ conectados a dicha plataforma para el transporte ferroviario. El CIIT puede adquirir, desarrollar, fraccionar, comercializar, concesionar, adjudicar y enajenar sus inmuebles para el establecimiento de los polos de desarrollo, con base en vocaciones productivas. Además, cuenta con el apoyo del Gobierno Federal para modernizar 227 kilómetros de vías, 82 puentes, 290 obras de drenaje y los puertos de Coatzacoalcos, Veracruz y Salina Cruz. Es decir, el CIIT se ha conformado como un mega proyecto de propiedad estatal con un clarísimo propósito productivo, al amparo de la secrecía que ofrece el estar sectorizado al ámbito militar-naval, ya que en mayo pasado, el Poder Ejecutivo decretó que la construcción, funcionamiento, mantenimiento, operación, infraestructura, los espacios, bienes de interés público, ejecución y administración del CIIT son declarados de seguridad nacional.

Una cuestión interesante respecto al CIIT radica en su viabilidad frente a la alta competitividad del Canal de Panamá. De pronto, podríamos pensar que entrar a competir frente a una infraestructura tan profesional como es el Canal de Panamá podría ser un objetivo demasiado grande para México, sin embargo, la dinámica del comercio internacional, y la necesidad de aumentar el rutas de transporte para mercancías hacia América del Norte y Europa, plantea para México una gran oportunidad. Según el Embajador de Panamá en México, Oranges Busto, Panamá buscará aprovechar el CIIT para detonar la vocación logística de los dos países debido a que, según el análisis que ha realizado el propio gobierno de Panamá, México es el mejor país para desguace de aproximadamente 10 mil barcos industriales ya que, a diferencia de otros países de Centroamérica, México cuenta con altos hornos, mano de obra y miles de kilómetros de costa. De hecho, una ventaja competitiva del CIIT Vs. Panamá, es que el cruce de punta a punta del CIIT toma 10 horas por ferrocarril, frente a 6 días que tarda un buque en dar la vuelta por Panamá del Pacífico al Golfo de México, lo que implica ahorros de 8,000 kms en ruta marítima de Asia a Estados Unidos, y 1 millón de dólares en combustible.

Por la conexión que tiene México con el comercio exterior, ocupamos el cuarto lugar mundial en utilización del Canal ampliado de Panamá para transportar la gran producción de automóviles, vainilla y textiles que se destina al mercado de exportación. Cemex, empresa mexicana, por ejemplo, exporta a la región del Caribe, y considera a Panamá como un país estratégico para su plan de negocios. A través del Canal de Panamá transitan barcos de 150 mil toneladas y de hasta 17 mil contenedores. Son 40 mil embarcaciones anuales cuya actividad logística contribuye a la aportación del 25% del Producto Interno Bruto de Panamá, según datos del Embajador. Desde esa perspectiva, el CIIT podría ser una base fundamental para crear acuerdos de cooperación y comercio de México con Centroamérica para beneficio de la región.

De lo anterior podemos entender, entonces, que el CIIT plantea una oportunidad que, si se aprovecha adecuadamente, podría detonar un crecimiento económico sin precedentes en la región sureste. De hecho, el CIIT ya tiene aseguradas 52 cartas de intención de inversión de empresas mexicanas y extranjeras, por un monto de US$4,500 millones. El Gobierno Mexicano por su parte afirma que en total hay 65 empresas desarrolladoras interesadas los polos y varias de ellas están detrás de más de uno.

No obstante, hacerlo verdaderamente bien implica solucionar temas muy complejos. Uno de ellos es el de la seguridad energética. Como investigó Carol García, según estimaciones del Centro Nacional de Control de Gas Natural (Cenagas), el CIIT requerirá un suministro de poco más de 11,300 millones de pies cúbicos de gas natural, que equivalen a incrementar en más de 120% la distribución nacional actual del hidrocarburo. Y, para que se lleven a cabo las actividades industriales deseadas, será necesario elevar por lo menos a 20,000 millones de pies cúbicos diarios de gas natural desde los 9,000 millones de pies cúbicos que hoy se distribuyen. Sabedores de la alta dependencia que México tiene del gas natural estadounidense, y de las complicaciones que Pemex enfrenta para poder aumentar la producción nacional, el reto de suministro energético a los parques industriales del CIIT se antoja desafiante.

Otro reto importantísimo es el gestionar y obtener la licencia social para las obras de infraestructura en el territorio del Istmo de Tehuantepec. Recordemos que el CIIT abarca el territorio de 46 municipios en Oaxaca y 33 en Veracruz donde habitan cerca de 11 grupos étnicos. Según reportes de organizaciones de defensa de derechos humanos, las comunidades indígenas están combatiendo legalmente contra el CIIT, pues dudan que el proyecto realmente vaya a mejorar la vida de las comunidades, como no lo hicieron proyectos anteriores. Un temor es que las periferias de los parques industriales se conviertan en cinturones de marginación urbana o semi urbana. De hecho, es interesante el estudio realizado por la doctora Hoffman de la London School of Economics quien identificó que más allá del acceso a necesidades básicas como hospitales, escuelas, electricidad asequible y acceso a internet, las comunidades del Istmo desean realmente tener acceso a infraestructura agrícola que no elimine las formas de cultivo tradicionales y biodiversas, anhelan una expansión de sistemas de riego eficiente, la desintoxicación de tierras y fuentes de agua contaminadas, la restauración de un tren regional de pasajeros que permita a los comerciantes locales vender sus productos, y más y mejor seguridad pública que los proteja de la amenaza del narcotráfico y del crimen organizado.

Finalmente, ante la reserva de información por seguridad nacional de todo el proceso de construcción y operación del CIIT, queda la gran preocupación sobre las condiciones bajo las cuales se realizarán las decisiones finales en las licitaciones presentes y futuras, tomando en cuenta los elementos mencionados anteriormente. Y es que en ausencia de transparencia y rendición de cuentas, surgen muchas preguntas que hasta ahora parecen no tener respuesta: ¿qué garantía tendremos los ciudadanos para confiar en que las mejores ofertas serán las ganadoras? ¿Qué mecanismos de buen gobierno se implementarán a fin de garantizar integridad en los procesos económicos, políticos y sociales? ¿Cómo se valorará que los capitales entrantes provengan de fuentes confiables e íntegras? ¿Será que el éxito del CIIT se logrará solamente mediante decretos e incentivos fiscales?

¿Usted qué piensa, amable lector?

*La autora es Directora de Inteligencia Más y maestra en Gobierno y Políticas Públicas en la Universidad Panamericana.

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