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Opinión

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Errores financieros en momentos de incertidumbre

Errores financieros en momentos de incertidumbre

México ha enfrentado muchos momentos de incertidumbre financiera y crisis económica. Ninguna de la magnitud de la que hoy enfrentamos, derivada mayoritariamente de la afectación a la economía mundial por la pandemia de Covid-19 y, de forma complementaria (pero también relevante), de la que México entró antes de la emergencia sanitaria, en un ciclo de contracción económica y una visión negativa hacia el país en los mercados internacionales.

El cierre de la economía generó afectaciones tanto del lado de la oferta, de la producción de bienes y servicios y de su comercialización; como del lado de la demanda, por la imposibilidad de las personas para realizar sus actividades de consumo normal como por la caída de los ingresos, derivada del aumento del desempleo y de la reducción de las remuneraciones a las personas. 

En múltiples estudios se ha demostrado que, adicionalmente a los efectos negativos de una crisis económica, las personas bajo incertidumbre y estrés disminuyen la calidad de sus decisiones financieras. La de por sí limitada capacidad de decisión, se ve aún más comprometida ante entornos adversos que provocan reacciones y decisiones irracionales.

Para muchas familias que han perdido el empleo o temen perderlo; que han perdido o disminuido sus ingresos; que prevén que aún faltan efectos económicos adversos; el que tomen no sólo ya buenas decisiones, sino las menos malas, puede representar la diferencia respecto de cuantos años pasarán para recuperar la situación financiera que tenían.

Un aspecto de decisiones incorrectas está relacionado con la liquidez. En momentos de incertidumbre, la liquidez manda. Todas las decisiones deben apuntar a asegurarse, de ser posible, un nivel adecuado de liquidez que permita enfrentar contingencias que se prolonguen o nuevos elementos de incertidumbre.

Pero esta liquidez de ninguna manera debe de lograrse a partir del endeudamiento. Existen personas que realizan retiros de sus tarjetas de crédito para contar con liquidez, aun cuando no tengan obligaciones inminentes de pago. Ello generará una pesada carga de servicio de deuda en el hogar.

En el entorno caída de la tasa de referencia, existen personas que pueden verse tentadas a contratar créditos. Pero no tienen certeza su capacidad de pago futura y se debe evitar la contratación de créditos a menos que sea indispensable por razones de urgencia o porque, teniendo liquidez, se encuentran oportunidades inmejorables de compra (por ejemplo, de bienes inmuebles) y se tiene certeza de qué se mantendrán los flujos de ingresos futuros.

La combinación de caída de tasas con fenómenos de volatilidad provoca un mayor apetito por riesgo que en algunos casos, genera un crecimiento del valor de los activos bursátiles o de activos relacionados con el comportamiento de miedo, por ejemplo, los metales. Sin embargo, la inversión en esos activos en momentos en que ya se encuentran caros, implicaría que están comprando en momentos de alto valor que probablemente en el futuro no se sostengan. Peor aún es el hecho de que se opte por contratar crédito para invertir en activos financieros.

El entorno desfavorable e incierto todavía tiene camino por delante. Mientras no se cuente con una vacuna aprobada y lista para ser distribuida, ni un tratamiento efectivo, siempre existe la posibilidad de rebrotes como ha ocurrido en otras partes del mundo.

Ante probables escenarios negativos para los siguientes años, cada decisión, por pequeña que sea, importa y ayudará a mejorar o empeorar las posibilidades de recuperación financiera de los hogares.

raul@martinezsolares.com.mx

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo.

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