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La equidad es racional, liberal y democrática
El rol de la mujer en el ámbito social estuvo relegado a la vida privada durante siglos. No formó parte de la democracia ateniense. No fue considerada ciudadana y apenas se conoce una filósofa política, de la escuela cínica, Hiparquía.
Conforme se fueron articulando las ideas de Estado, soberanía, individuo y comunidad desde el fin de la Edad Media hasta la época moderna, fueron pocos los actores y pensadores políticos que voltearon a ver y escuchar la voz femenina.
Sorprendentemente para muchos, uno de ellos fue el economista padre del liberalismo clásico, John Stuart Mill, que ya consideraba indispensable la participación activa de la mujer en el sufragio universal en pro de concretar una verdadera democracia liberal.
En el estado de naturaleza concebido por Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau… todos -y hoy finalmente podemos agregar, “todas”- somos iguales y poseemos la misma capacidad racional. Hoy más demostrada que nunca con mayores probabilidades estadísticas de que una mujer concluya una carrera universitaria que un hombre. Esto significa que todos -y todas- poseemos de forma inalienable al menos tres derechos básicos: a la vida, a la libertad y a la propiedad. Hoy se violan flagrantemente con 10 feminicidios diarios -oficiales y sin considerar desapariciones-, acoso y brecha salarial.
Es necesario retomar los pasos históricos de la conformación ideológica que hoy constituye nuestra sociedad, para entender que la misma lógica masculina que nos trajo a esta estructura; racionalmente obliga a generar un mundo equitativo para hombres y mujeres.
En un Estado democrático, enmarcado en un sistema económico capitalista y dentro de una realidad de globalización, que coexiste con una profunda relación con lo local, donde permean valores postmodernos e ideologías como la feminista, lograr la equidad es más una necesidad y un mandato que una aspiración. Mandato que no se podrá dar por concluido hasta que esta igualdad sea completa en todas las dimensiones, en todos los sectores y en todos los niveles, para todos los grupos socioeconómicos, origen étnico y edad.
Al tratarse de una demanda ciudadana de un porcentaje abrumador de la sociedad, es fuente de legitimación en una época de crisis de legitimidad de partidos y políticos. Además, promete un impulso productivo necesario para aumentar el bienestar total de la sociedad en un marco de nuevas habilidades sociales y nuevas tecnologías que impulsan los límites productivos a niveles antes inimaginables. Promover la equidad es racional, muchos países ya lo vieron y lo están aprovechando. ¿Cuándo logrará verlo México?
No son pocos los retos pero sin lugar a dudas la mejor forma de enfrentarlos es con acciones claramente decisivas fundamentadas en conocimiento y datos bien articulados entre los diversos actores del espectro. Principalmente en un contexto de pandemia. Cabe mencionar que el World Economic Forum calcula un retroceso -ya asumido como infradimensionado-, de al menos 30 años, es decir de 130 años en total, para lograr la equidad plena.
Resulta ineludible hacer foco en el feminismo. Ya no sólo para reivindicar siglos de no reconocimiento de la calidad de ciudadana, sino para que se puedan ejercitar de facto los derechos básicos a la vida, a la libertad y a la propiedad tan valorados en el capitalismo. O bien, si se prefiere la visión social democrática, para hacer de hecho igual a quien ya es legalmente igual para que tenga la posibilidad real de participación política plena en la sociedad.
*Angélica Bucio es politóloga, administradora y comunicadora. Experta en comunicación estratégica organizacional y desarrollo de proyectos. Actualmente, consultora independiente en Madrid. Trabaja en business consulting y contribuye con soluciones para una sociedad más inteligente.
Twitter: @AngelicaBucioM