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Opinión

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La izquierda privilegia energías limpias y privadas

Este Presidente de izquierda acaba de sufrir un duro revés electoral que, entre otras cosas, provocó que se alejara de los más radicales con los que había formado gobierno.

Pero no sólo eso, sino que ahora ha procurado alejarse de cualquier proyecto, económico o político, que pueda parecer retrógrada. Lo hace por su país, pero también para cuidar el futuro político de su formación.

Uno de sus proyectos más recientes es impulsar la generación de energías limpias, con una visión de largo plazo y dejando ese trabajo a las empresas privadas, que son las que mejor lo saben hacer.

Acaba de anunciar la construcción de una planta de electrolizadores en Guadalajara a manos de Iberdrola, para la generación del ahora llamado nitrógeno verde, que es la apuesta para el impulso de los motores del transporte hacia finales de esta década.

Ese Guadalajara está en la comunidad de Castilla-La Mancha, en el centro de España y ese Presidente de izquierda que le apuesta a las empresas privadas y a las energías limpias es Pedro Sánchez.

Este Presidente socialista es el mismo que pactó con la extrema izquierda de Podemos y Pablo Iglesias y que le han llevado a una escandalosa derrota electoral en Madrid. Pero es, al mismo tiempo, un gobierno que entiende que sin el apoyo de las empresas privadas y sin respaldar las opciones energéticas del futuro, podría dañar a España y a su gente.

La izquierda española ha usado una gran cantidad de recursos fiscales para ayudar a los trabajadores en la pandemia, a través de los Expedientes de Regulación Temporal del Empleo, a pesar de que gobiernos anteriores ya habían utilizado mecanismos similares. Pero no por una mezquindad ideológica iban a dejar de ayudar a la gente en plena crisis.

Las energías limpias suelen ser más valoradas por los grupos llamados progresistas que por las derechas, pero cuando el destino del planeta depende de esas políticas, sobre el consumo del carbón y la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, ahí se funden las ideologías en un fin superior.

El gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador acaba de anunciar la compra de una refinería de petróleo, de la cual Petróleos Mexicanos ya era socio, y la 4T está feliz, feliz, feliz.

Quizá la alegría parte del hecho de que el costo será significativamente menor a lo que acabará costando la refinería de Dos Bocas, en Tabasco y tendrá una capacidad incluso superior de producción de gasolinas.

Si hay necesidad de aplicar recursos fiscales para pagar su parte a Shell Oil Company, el gobierno federal lo puede hacer, porque no gastó ni un centavo en apoyar a la gente que perdió su empleo en la crisis y mantiene finanzas públicas sanas.

Pero lo que está claro es que mientras los demócratas en Estados Unidos, a los que se califica de ser la izquierda estadounidense, apuestan por la electricidad para sus autos. Mientras los europeos, como el gobierno de izquierda de España, van un paso adelante con la siguiente tecnología del hidrógeno para el transporte en manos de particulares, aquí la apuesta es poder presumir autosuficiencia de combustibles fósiles que sean producidos por empresas estatales.

enrique.campos@eleconomista.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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