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Opinión

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Los Pre Criterios Económicos: promesas imposibles

A pesar de haber sido publicados por la SHCP la semana pasada, los Pre-Criterios de Política Económica han dado mucho de qué hablar. Y no es para menos, esto debería ponerle los pelos de punta a cualquiera, pues pareciera que la “disciplina fiscal” observada en este gobierno, incluso durante la pandemia cuando otros optaron por lo contrario, es cosa del pasado.

El primer aspecto preocupante fue el aumento del déficit de este año. En la actualización de los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), que es la medida más amplia y que se debe utilizar para entender el déficit, pasaron de 5.4% a 5.9% del PIB. Es decir, en la previsión hasta el momento para este año, el gobierno gastará medio punto del PIB del estimado en el Paquete Económico 2024. A pesar de un ligero aumento en el plan de los ingresos presupuestarios de 0.6% del PIB –que vienen de un aumento de ingresos petroleros de 0.3% del PIB por el aumento de los precios y de 0.4% en los no petroleros– el déficit planeado aumentó respecto al plan por un aumento del gasto de más de un punto del PIB.

Según estos planes, el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), que es la medida de la deuda pública que se debe observar,  sería del 50.2% del PIB este año. Como lo he dicho en este espacio, a primera vista, esa razón no parecería problemática. A fin de cuentas, los países con los que nos comparan como Turquía (50.7%), Brasil (88%) o India (86.54%) están igual o peor que nosotros. El problema, una vez más, no está ahí, sino en la capacidad para pagar la deuda. México, el año pasado recabó solamente 14.2% de su PIB en ingresos tributarios.

Pero el verdadero problema de lo que mandó la SHCP al congreso la semana pasada está en el ajuste que “sugieren” para el año entrante. Pronostica que, en 2025, los RFSP serán del 3% del PIB. Una reducción del déficit real del Estado del 48.4% respecto al año en curso, lo que implicaría un recorte de 8.8% real en el gasto neto pagado por el Estado mexicano, que se concentraría en el gasto programable. Esto es un recorte de casi 500 mil millones de pesos que no se va a cumplir.

El argumento de la SHCP es que una vez terminados los proyectos prioritarios bajará el gasto y, por ende, el próximo gobierno podrá cumplir las promesas de este en términos de disciplina fiscal.

Un recorte de esta magnitud sería en proporción cercano al que Milei está llevando a cabo en Argentina (3.6% real), y siendo francos, va a ser muy difícil de lograr. Para empezar, el margen fiscal de cualquier gobierno es muy reducido. Entre las pensiones, el servicio de la deuda, las transferencias obligadas a entidades federativas y los gastos que se supone eran irreductibles, como educación y salud, se llevan gran parte del presupuesto. Sumado a los programas sociales que ya están a nivel constitucional y que políticamente son intocables, las opciones de la próxima presidenta, de cualquier partido, son muy limitadas.

Obviamente en campaña a todo mundo le encanta prometer, y al partido en el poder gastar para ayudar a su candidato. Eso no es nada nuevo y se ha vuelto un modus operandi de la política mexicana. El problema va a ser cuando el año que entra se materialice lo que es evidente: que vamos a volver a tener un déficit muy importante, que los ingresos petroleros no solo ya no alcanzan para compensar, sino que Pemex requiere más y más fondos, y que no hay dinero para todas las obras de infraestructura indispensables para aprovechar la oportunidad del nearshoring.

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