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Opinión

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Los reyes del pop —parte II—

Micheal Jackson

Michael Joseph Jackson nació en Gary, Indiana, el 29 de agosto de 1958 —13 días después de Madonna—. Fue el octavo de diez hijos del matrimonio entre Katherine Scruse y Joseph Walter Jackson. Su madre era una devota testigo de Jehová que sabía tocar el piano y el clarinete, mientras que su padre, trabajador del acero, complementaba sus ingresos tocando la guitarra en una banda de r&b.

El peso del mundo

En 1962 Joe Jackson fundó el grupo musical The Jackson Brothers con sus tres hijos varones mayores, que después pasó a ser The Jackson Five cuando entraron en él Marlon, de 6 años, y Michael, de 5. El grupo causó sensación a finales de los 60, cuando firmaron con la disquera Motown y temas como «I Want You Back», «The Love You Save» o «Never Can Say Goodbye» entraron a las listas de popularidad. De entre los hermanos destacaba el pequeño Michael por su carisma y su talento natural para el canto y el baile, por lo que desplazó al mayor, Jermaine, y se convirtió en primera voz.

El padre, manager del grupo, los sometía a una estricta disciplina, vigilando los ensayos con cinturón en mano, y cuidadito si alguno no quería ensayar o lo hacía mal, porque le tocaba una paliza. Con Michael era aún más crítico y exigente, tal vez por ser el elemento más importante del quinteto y también el más chico. Años después, los padres se defenderían de las acusaciones por maltrato de varios de sus hijos aduciendo que en aquella época así se acostumbraba criar a los niños. Lo cierto es que la relación de amor-odio con su padre marcó a Michael, quien se caracterizó posteriormente por su autodisciplina y perfeccionismo, y cambió drásticamente su físico —sobre todo su nariz, que su padre decía que era fea.

Solo es mejor

En 1972, aún siendo parte de los Jackson Five, Michael lanzó su primer álbum de solista con la Motown, Got To Be There, al que le siguió Ben, que contenía el tema de la película homónima acerca de la amistad entre un niño y una rata. Ambos discos fueron exitosos y sembraron el camino para la separación de Michael de la banda familiar. En 1979 se salió de la Motown y lanzó con Epic su quinto álbum, Of The Wall, que lo convirtió en toda una estrella por derecho propio.

Producido por el legendario Quincy Jones, contenía temas de Stevie Wonder, Rod Temperton y Paul McCartney; mezclaba el funk, el pop y la música disco con tal maestría, que fue tan amado por los críticos como aceptado por el público. Michael Jackson, a sus 22 años, entró a la década de 1980 como un artista en plena madurez.

Thriller

En 1982, Michael superó con creces el éxito de Of The Wall gracias a Thriller, el álbum más vendido de todos los tiempos. Superó todos los récords, ganó todos los premios, permaneció 80 semanas en las listas de popularidad. Hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta cuántos álbumes de Thriller se han vendido desde su lanzamiento, pero oficialmente se le acreditan 30 millones de copias —aunque las cifras extraoficiales hablan de más de 100 millones.

Con esa producción, Michael se consolidó como cantante, bailarín y como un artista ambicioso que consiguió producir el video musical más famoso de todos los tiempos. Las marcas —Pepsi, principalmente— perseguían a Michael para que fuera su imagen. Su vestuario también impuso moda y se nos quedaron en la mente las chamarras de «Thriller», de «Beat It» y el característico saco de lentejuelas, el pantalón negro y calcetines blancos, el guante con brillantes en una sola mano y el elegante sombrero de fieltro.

Un baile para la historia

Una de sus cualidades más distintivas fue su manera de bailar. En 1983, durante el programa especial por el 25 aniversario de Motown, estrenó el famoso paso moonwalk —del deslizado hacia atrás— con la canción «Billie Jean». Para todos los presentes, fue un día histórico, porque percibieron la magia en aquella perfecta coreografía.

Jefrey Daniel, exintegrante del grupo Shalamar, fue quien le enseñó a Michael ese paso en 1980, viendo videos de quienes lo hicieron antes: Cab Calloway lo perfiló en los años 30, Fred Astaire lo mejoró en los 40, en los 50 Bill Bailey lo reprodujo, al igual que Bob Fosse, actuando de serpiente en la película El Principito (1974), pero Michael no sólo lo perfeccionó, sino que lo convirtió en su sello personal. Cuando Daniel le preguntó por qué había tardado tres años en mostrarlo al público, Michael respondió: «Es que todavía no me salía bien».

Se dice de mí…

Con la fama y la fortuna, de Michael se dijo de todo. El vitiligo empezó a hacer estragos en su rostro, entonces decían que se estaba aclarando la cara porque quería ser blanco. En plena grabación de un comercial para Pepsi sufrió un accidente y se quemó el pelo, por lo que se operó para cubrir las cicatrices; durante un ensayo se rompió la nariz y tuvo que entrar al quirófano; al final se volvió adicto a las cirugías, aunque siempre se negó a aceptarlo. La dieta vegetariana —o su anorexia, vaya usted a saber— y el inmoderado ritmo de ensayos, conciertos, presentaciones y entrevistas, afinaron su cuerpo hasta la escualidez.

En 1985 compuso junto a Lionel Richie «We Are the World», una canción que cantaron todas las «estrellas de los 80» y que fue de gran popularidad, con el fin de recaudar recursos para remediar la hambruna en Etiopía. En 1987 lanzó Bad, su siguiente álbum de estudio que, si bien no alcanzó el éxito de Thriller, sí colocó siete sencillos en las listas de popularidad. En 1988 compró un «terrenito» en California, donde edificó el rancho Neverland, que tenía un zoológico y un parque de diversiones. Ahí vivió con su mascota: el chimpancé Bubbles, al que rescató de un centro de investigación del cáncer. A finales de la década se enemistó con Paul McCartney por comprar los derechos de las canciones de The Beatles firmadas por Lennon y McCartney y fue nombrado Artista de la Década por el presidente George H. W. Bush.

Dos décadas

Las siguientes décadas significaron para Michael la prolongación de su reinado, gracias a los álbumes Dangerous (1991) e Invincible (2001), acompañados de videoclips fastuosos y giras internacionales. Continuó grabando música con fines benéficos, se casó y divorció dos veces, la primera en 1994 con Lisa Marie Presley —hija de Elvis—; la segunda en 1996, con la enfermera Debbie Rowe. Tuvo tres hijos —Michael Joseph y Paris de su segunda esposa y Prince Michael, por inseminación artificial—. Asimismo, fue acusado y exonerado dos veces por acoso a menores. Lo paradójico aquí es la empatía que sigue teniendo con los niños, en quienes despierta una gran admiración. Eso se debe, quizá, a la ingenuidad que conservó en la vida adulta. El Michael adulto quería seguir siendo un niño porque no había tenido infancia.

Hacia el final de su vida tuvo muchos problemas: sus gastos eran excesivos —en una ocasión hizo compras por el valor de 6 millones de dólares en sólo unos minutos—, al tiempo que desarrolló dependencia a diversos fármacos. El 25 de junio de 2009 Michael Jackson murió de un paro respiratorio a consecuencia de una sobredosis de anestesia administrada por su médico, Conrad Murray, quien diario lo medicaba. Preparaba un nuevo álbum recopilatorio y una serie de conciertos que, por lo que se puede ver en el documental Michael Jacskon's This Is It (2009), prometía ser un extraordinario regreso a los escenarios.

*Ma. Luisa Durán es periodista. Le gustaría tener un 5% de la audacia de Madonna y otro 5% del talento para bailar que tenía Michael.

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