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Matos Moctezuma
Tuve el gusto de conocer hace más de 40 años al Dr. Eduardo Matos Moctezuma. Gran científico, gran maestro de muchas generaciones de antropólogos y arqueólogos y por encima de todo gran ser humano.
Hoy estoy especialmente contenta por la merecida distinción que recibió hace unos cuantos días en el campo de las Ciencias Sociales, al ganar el premio Princesa de Asturias en España. En este texto, me quiero referir a su pasión por la divulgación científica. Por esas afortunadas cosas que suceden a veces en esta vida logré convencerlo de hacer unos pequeños programas radiofónicos en la radiodifusora que entonces dirigía aquí en el entonces llamado DF. Esa situación me permitió de primera mano disfrutar durante muchos meses de su sencillez y capacidad para comunicar y difundir sus conocimientos. Estas cápsulas, que doné hace ya algunos años a la Fonoteca Nacional (ojalá y exista todavía este reservorio de momentos memorables de la radio en México) fueron disfrutadas por miles y miles de radioescuchas que seguían sus documentadas intervenciones hablando del mundo prehispánico. Eduardo siempre llevó a cabo estas pequeñas joyas de audio con esa facilidad y emoción que tienen los que dominan un tema y disfrutan al compartirlo.
Estudiante de la ENAH, doctor por la UNAM, maestro, investigador, su brillante trayectoria lo llevó a crear y dirigir, entre muchas otras tareas, el Museo del Templo Mayor, motivo de orgullo para todos los mexicanos.
Por todo esto y más, cuando me enteré ayer de este reconocimiento al Dr. Matos, no pude más que agradecer que en estos tiempos difíciles para la ciencia y la academia, exista un reconocimiento internacional a uno de los más destacados estudiosos y divulgadores mexicanos.
Desafortunadamente la llamada cuarta transformación nunca nos defrauda y al mismo tiempo que muchos mexicanos nos sentíamos orgullosos por esta distinción y se multiplicaban las felicitaciones, aparecían los ataques que cuestionaban y cito textual: “se otorgó este galardón a quien más ha criticado al gobierno actual y que posee una visión leonportillesca del Encuentro de dos mundos. Se eligió (sic) de los historiadores serios al que ha defendido más los privilegios de los privilegiados”. No quiero mencionar siquiera por su nombre al antropólogo que hace tales cuestionamientos. No vale la pena. Matos está muy por encima de ellos.
Lo que después de esto crece en mí, es la enorme preocupación que muchos tenemos hoy por la ciencia, por el conocimiento, por la investigación en México, cuando la idea de un pensamiento único, amoldado a una ideología se coloca por encima de los datos duros, la libertad y la razón para beneficiar solo a los poderosos en turno.
Vaya para el Dr. Matos Moctezuma mi afecto y reconocimiento. Lo felicito a él y felicito a todos los esforzados científicos y académicos mexicanos (los médicos entre ellos) que luchan día a día en contra de la superchería y el oscurantismo que nos acecha disfrazado de bondad.
Hoy España le da a nuestro gobierno una muestra sólida y elegante de que la inteligencia y el conocimiento siempre estarán por encima de la venganza y el rencor. Una victoria sobre los otros datos.