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Opinión

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Milei y la dolarización en Argentina

Luego de las elecciones primarias de agosto de 2023 el ministro de Economía, Sergio Massa, puso en marcha su reputada astucia de bacán: una devaluación “fiscal” de casi 22% (de 300 a 365 pesos por dólar) y un alza simultánea en la tasa de política de la autoridad monetaria. ¿El truco? Por un lado, ceder un poco a las presiones del Fondo Monetario Internacional en cuanto a combatir el desalineamiento del peso contra el dólar, pero presentándolo como la respuesta negativa del mercado al triunfo en tercios de Javier Milei y, por otro lado, impulsar la venta de dólares por parte del público para comprar emisiones de regulación o Letras de Liquidez (las Leliq’s) denominadas en pesos con una nueva tasa alcista, ahora de 118% (97 más 21), muy atractiva al parecer. Dos pájaros de un tiro.

Pero cuando la credibilidad macroeconómica es básicamente negativa esa lógica se vuelve inaplicable. No sólo el público no trató de capturar los rendimientos de esa tasa de interés de tres dígitos, presuntamente compensatoria de la devaluación fiscal, sino que, en el peor de los mundos para Massa, se sumó a una corrida que está desestabilizando aún más la economía (de 365 pesos por dólar, según Massa, a más de 700 en su cotización libre o “blue”). Siendo el dólar un activo fundamental en la estructura de precios relativos, su disparo sin freno y sin rumbo está dejando obsoleto el “reetiquetado” continuo de bienes y colocando a los mercados al borde del mero trueque.

¿Es, ante ese escenario de gran angustia económica y financiera, viable y hasta imprescindible la dolarización de Milei? Pues no. Para responder a esa pregunta antes debe responderse otra: ¿podría la dolarización estabilizar a la Argentina? La respuesta es un “no” rotundo. La propuesta de dolarización de Milei en realidad ha ido cambiando a lo largo del tiempo. La actual es una dolarización Cachanosky-Ocampo, que son los dos economistas cuyas ideas ahora abraza Milei pero que no han terminado de convencer a los especialistas. De hecho, esa dolarización C-O es “abierta”, en el sentido de que no reconoce un único camino, y, ante esta crisis, tampoco tiene un horizonte de aplicación de corto plazo si no se quieren arriesgar a que sea de muy corta vida.

La dolarización de Milei está destinada al fracaso si no es parte de un plan completo de estabilización en todos los órdenes y a diferentes velocidades. La estabilización cambiaria a secas en un escenario como el argentino sería poco más que una broma cruel, aunque se hubiera en efecto dinamitado desde sus cimientos al banco central, según las explosivas y repetidas metáforas del propio Milei. Porque decir que se eliminarán ministerios y que antes de aumentar el gasto público él se cortaría un brazo (otra metáfora populista) no basta. Ni siquiera basta con reconocer la importancia del déficit fiscal. De modo que reconocer lo único que es el corazón del problema, el déficit fiscal, por sí mismo, tampoco basta ya hoy.

Lo único, lo realmente imprescindible es un plan de estabilización integral creíble, con el déficit fiscal como problema medular. “Creíble” no sólo en una perspectiva macro, de coherencia interna y sostenible a lo largo del tiempo, con suficientes apoyos financieros externos, sino creíble también desde el punto de vista de las desprestigiadas instituciones políticas centrales (consecución de mayorías congresuales, por ejemplo) y de las provincias, así como desde el punto de vista de la contención “razonable” de eventuales movilizaciones de masa alentadas por el peronismo de la vicepresidenta Cristina Fernández (la otra derecha frente a la de Milei, la derecha populista sin tentaciones de corrección presupuestaria).

Entonces, si bien por un lado está la necesidad clarísima de iniciar una estabilización integral creíble, que ataque el déficit fiscal y la emisión monetaria excesiva (las Leliq’s, que suman un billón de pesos al mes tan sólo en rendimientos) que de él deriva, emisión gigante de billones de pesos como una modalidad de dinero que devenga interés, por otro está la parte propiamente política, en la cual todo está sujeto al imprevisible oráculo de la venganza peronista, más que nunca patotera. Así, la dolarización C-O de Milei, con todo el desinformado entusiasmo y la espectacularidad noticiosa que suscita, podría convertirse, a las claras, no más que en un artificio menor propio de nuevos prestidigitadores de mercado, neopopulistas, que en un cercano antaño combatían al gastado populismo de derecha, estatista, de los peronistas de siempre. Lo que son las cosas...

*El autor coordina el Seminario de Credibilidad Macroeconómica, Facultad de Economía, UNAM.

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