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Opinión

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Notoria mediocridad

El INEGI dio a conocer el PIB del cuarto trimestre y, en consecuencia, para todo 2021. Obvio, las noticias no son buenas. De entrada, el dato del cuarto trimestre, un crecimiento nulo respecto del tercer trimestre con cifras ajustadas por estacionalidad, confirma que durante el segundo semestre la economía se estancó y que lo que se registró durante el segundo trimestre fue sólo un efímero y débil rebote. Ya con la información para todo el año, tenemos que el nivel PIB al cuatro trimestre de 2021 es igual al que se registró en el tercer trimestre de 2016; un lustro perdido, mayor aún si lo vemos en términos del PIB por habitante.

Por otra parte, también con cifras ajustadas por estacionalidad, durante los primeros tres años de gobierno del presidente López las tasas de crecimiento fueron -0.1, -8.4 y 5% por ciento. Como se aprecia el rebote en 2021 no fue, ni de cerca, el requerido para recuperar lo perdido durante el año anterior.

Hay dos elementos que entran en consideración para explicar el más que mediocre desempeño de la economía durante los últimos tres años. El primero fue la decisión de no instrumentar una política fiscal contracíclica durante 2020 como respuesta al choque negativo dual de oferta y demanda causado por la pandemia de covid como sí se hizo en la mayoría de los países. Cabe destacar, por ejemplo la diferencia en la evolución de la economía mexicana y estadounidense ante el mismo choque; la mexicana se contrajo durante el segundo trimestre de ese año en 17.9%, mientras que la estadounidense cayó en 8.9 por ciento. Más aún, el PIB mexicano en el cuarto trimestre de 2021 fue 2.5% inferior al del primer trimestre de 2020 (antes de la pandemia), mientras que el estadounidense ya fue 4.6% superior. Obvio, la decisión fiscal que tomó el gobierno de México profundizó la caída en 2020, lo que dejó a la economía en una situación de debilidad y de ahí el efímero rebote en 2021.

El segundo, más relevante, es el pleito que tiene el presidente López con todo el sector privado, no sólo las empresas. Su anacrónica y sinsentido idea de que toda decisión y acción por parte de un agente económico privado debe estar subordinada a un indefinible y por lo mismo inalcanzable “bien común”, hace que desprecie todo lo privado, desde la empresa que requiere de certidumbre jurídica para operar y más aún para invertir hasta la unidad familiar que busca tener mejores empleos, más seguridad personal y patrimonial, una mejor educación para sus hijos y mejores servicios de salud para todos.

Obvio, con esa actitud de que todo debe depender del Estado, de que todo lo que salga del Estado es “bueno” y simultáneamente todo lo que haga el sector privado es despreciable y  hasta “malo”, aunado a una cada vez más ineficiente y deficiente formulación e instrumentación de políticas públicas, a lo único que conduce es a la mediocridad en el desempeño de la economía en su conjunto.

Aún suponiendo (supuesto heroico) de que el gobierno tomará las decisiones económicas socialmente correctas en términos regulatorios y de asignación del gasto público es claro que la economía no puede crecer de manera alta y sostenida sin la contribución mayoritaria de la inversión privada. El escenario se agrava si el gobierno además de hacer las cosas mal el presidente se dedica, como lo ha hecho en los tres años que lleva gobernando, a destruir el entramado institucional.

Quisiera ser optimista y pensar que con la evidencia de tres años de decisiones equivocadas el presidente estaría dispuesto a cambiar la estrategia y aceptar que no sólo se requiere de un gobierno más eficiente con colaboradores competentes, sino que el sector privado importa e importa mucho. Sin embargo, hay que ser realistas: el presidente no corregirá, se radicalizará más y la destrucción continuará.

Al margen

Ya no es la confrontación comunismo vs capitalismo, es una de regímenes autocráticos vs democracias liberales. Es momento de decidir de qué lado se quiere estar: sojuzgado o libre; abstenerse no es opción.

Twitter: @econoclasta

Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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