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Nunca dejes para después lo que es más importante para ti
Lo que hace a las personas, muchas veces, es su cultura. Es lo que también diferencia a los países. En México tenemos cosas muy buenas y una cultura de alegría, de fiesta, que nos permite reírnos hasta de nosotros mismos y de sonreír incluso cuando las cosas no van bien.
Pero también, desafortunadamente, es una cultura que nos hace posponer y dejar de lado algunas cosas que son importantes, pero no urgentes. Frases como “lo pensaré más adelante, cuando sea el momento” o “Dios proveerá” son muy frecuentes en nuestra sociedad.
Por eso cuando las cosas suceden, cuando la vida nos tira bolas curvas, somos buenos para improvisar pero la realidad es que muchos no estamos preparados.
Hace tiempo viví muy de cerca la experiencia de un padre de familia, con hijos chiquitos, que falleció en un accidente automovilístico. No tenía testamento ni dejó un seguro de vida. Resultó que la casa no estaba a su nombre sino de su socio en la empresa (por una negociación que habían hecho). Su esposa no estaba enterada de esto y tuvo que desalojar la propiedad después de un tiempo. Afortunadamente sus familiares los acogieron y les ayudaron a empezar de nuevo.
Pero no tenía que haber sido así. A los mexicanos no nos gusta pensar en esto, pero las cosas pasan cuando menos lo esperamos. Por eso la importancia de estar preparados: tener una cultura de previsión.
Repetidamente he escrito en esta columna que el mejor momento para empezar un ahorro e inversión para el retiro es desde que conseguimos nuestro primer trabajo, precisamente porque tenemos mucho tiempo para que nuestro dinero crezca y se multiplique en términos reales.
Mucha gente, sin embargo, empieza a pensar en su retiro a los 50 años, cuando lo ven cercano. Hoy todos ellos se arrepienten, porque se dan cuenta que por haberlo pospuesto, tendrían que ahorrar más de la mitad de su ingreso para poder juntar una cantidad suficiente y desde luego, no les alcanza. En cambio si hubieran empezado desde el inicio de su vida laboral, habrían tenido que ahorrar mucho menos (alrededor de 10 o 15 de lo que ganan). Hoy tendrían además gran parte del camino andado.
Todas estas son cosas importantes, pero no son urgentes. No las dejes para después. El costo de hacerlo es altísimo. Si no has empezado a ahorrar para tu retiro, no lo pospongas más. Si no tienes un fondo para emergencias, empieza a construirlo hoy. Si no tienes un testamento que proteja a tus bienes y a tus seres queridos, haz una cita con un notario. Si lo que más te importa en la vida no está bien protegido, busca a un buen agente de seguros.
Es triste pero en México todos los años muchas familias lo pierden todo después de una catástrofe natural: un terremoto, un huracán o el desbordamiento de un río. Es verdad que la gente más pobre sufre más, pero también es cierto que muchas familias de clase media alta, con poder adquisitivo, no pensaron en proteger su activo más valioso y el techo donde viven sus hijos. Un seguro les hubiese permitido empezar de nuevo.
Hay además muchos seguros de vida que no se cobran, porque la familia ni siquiera sabía que existían. En otros casos, los beneficiarios nunca fueron actualizados (personas que se divorcian, forman una nueva familia y dejan estas cosas para después). Nunca más se acordaron.
Muchos percances con autos asegurados son rechazados porque la prima no fue pagada en tiempo. Porque lo dejaron para después o porque la gente pensaba, erróneamente, que tenía un “periodo de gracia” para hacerlo (existe únicamente en el primer recibo, no en los subsecuentes, que deben cubrirse antes de que inicie el periodo de cobertura).
En cambio hay cosas que no son tan importantes, pero que a muchos les parecen urgentes, como hacer largas filas para comprarse el nuevo celular el primer día que sale, o para comprar los boletos de un concierto. El fondo para emergencias puede esperar (claro, hasta que lo necesitamos y no lo tenemos, porque no planeamos).
Por eso siempre he enfatizado, en este espacio, que una vida financiera sana empieza por tener claras nuestras prioridades. Las cosas importantes, las esenciales, como tener protegidos a nuestros hijos, ahorrar para nuestro retiro o tener actualizado nuestro testamento jamás deberían dejarse para otro día.
Si no tienes un testamento que proteja a tus bienes y a tus seres queridos, haz una cita con un notario. Si lo que más te importa en la vida no está bien protegido, busca a un buen agente de seguros.