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Opinión

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Revivir al AICM: un callejón sin salida

El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) viene dando señales de deterioro hace más de dos décadas y estaba destinado a cerrar definitivamente operaciones con la apertura del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco (NAICM). En efecto, el NAICM habría tomado la totalidad de las operaciones del AICM con una capacidad de crecimiento en el mediano y largo plazo que permitiría contar con un aeropuerto de calidad mundial por el resto del Siglo XXI.

La cancelación del NAICM revivió por decreto la operación del AICM que ya no cuenta con recursos económicos, operativos ni tecnológicos para continuar operando a los niveles previos a la pandemia. Ni en el corto ni en el mediano, ya no digamos en el largo plazo.

En el plano económico, hay que recordar que el ingreso principal del AICM, la Tarifa de Uso de Aeropuerto (TUA), está comprometido cuando menos los próximos 25 años, para pagar la deuda de un proyecto cancelado, el Aeropuerto de Texcoco, en manos de tenedores de bonos (divididos en cuatro series con vencimiento en 2026, 2028, 2046 y 2047) cuyo monto de principal importa 4.2 miles de millones de dólares y alrededor de 8.5 miles de millones de dólares incluyendo el pago de intereses proyectado hasta la fecha de vencimiento final de la última serie en el año 2047.

Desafortunadamente el incorporar al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y al Aeropuerto Internacional de Toluca (AIT) no resolverá el problema.

Aun resolviendo los retos con los que fue concebido el proyecto AIFA (operación simultánea con el AICM, infraestructura insuficiente de carga y traslado, conectividad terrestre y aérea, movilidad y rutas de acceso, bodegas y hangares), el AIFA es insuficiente. Operando conjuntamente a su capacidad máxima, AIFA y AIT alcanzarían apenas el 50% de la capacidad total del AICM (50 millones de pasajeros al año).

Los activos de infraestructura tienen una vida útil y el AICM ha visto ya sus mejores épocas. Haber revivido al AICM, aun acompañado del proyecto AIFA y del AIT, representa más problemas que soluciones.

La experiencia del pasajero del AICM es probablemente la más penosa en la historia de nuestro aeropuerto, hemos puesto una pausa de cuando menos dos lustros en términos de conectividad y hay voces calificadas que indican que esta postergación resta potencial de crecimiento a la economía y se constituye en un freno a la recuperación post pandemia.

Sin entrar en polémicas de agenda política e inmediatez electoral, el país merece un aeropuerto de clase mundial en el Valle de México, cuya viabilidad operativa se extienda con amplitud el resto del siglo XXI. Vendrán tiempos mejores.

Juan Carlos Machorro es socio líder de la práctica transaccional de Santamarina y Steta

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