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Secuelas Permanentes
A principios de esta semana Banco de México (Banxico) publicó su más reciente encuesta de expectativas económicas de especialistas del sector privado levantada durante agosto.
Después de registrar un fuerte deterioro en las expectativas de crecimiento del PIB del 2020 durante los últimos cinco meses, el consenso se ha estabilizado en una contracción de 9.9 por ciento. Este consenso está bastante alineado con el punto medio entre el escenario de recuperación “Tipo V” (que anticipa una contracción de 8.8%) y el escenario “Tipo V Profunda” (con una caída de 11.3%) planteados por Banxico en la publicación más reciente de su Informe Trimestral de Inflación.
Independientemente de si acabamos del lado “optimista” de las expectativas, estamos hablando de la recesión más profunda en nuestro país desde 1932. Es muy probable que lo peor, desde el punto de vista de crecimiento económico, se haya visto durante el segundo trimestre de este año y que a partir del regreso a la nueva normalidad la actividad económica ha comenzado a recuperarse.
Sin embargo, esta recuperación, que parte de punto muerto, no pinta como las que hemos visto en recesiones anteriores. La crisis de 1995 en la que el PIB se contrajo 6.3% fue seguida por repuntes de 6.8% en 1996, 6.8% en 1997 y 5.2% en 1998. La recesión del 2009 en la que el PIB registró una caída de 5.3% se superó con crecimientos de 5.1% en el 2010, 3.7% en el 2011 y 3.6% en el 2012.
Inclusive si nos remontamos a 1982, una de las peores crisis económicas y financieras en la memoria, el PIB se contrajo 3.2% en 1983 y después vimos una recuperación de 3.4% en 1984 y 2.2% en 1985. En 1986 vivimos una nueva recesión con el PIB disminuyendo 3.1%, seguida de una débil recuperación de 1.7% en 1987 y 1.3% en 1988.
En la actualidad, el consenso de expectativas de los especialistas del sector privado apunta a una recuperación de apenas 3% en el 2021. Dicha cifra coincide con el punto medio del rango de escenarios que publicó Banxico en su Informe Trimestral de Inflación donde se plantea un crecimiento de 5.6% en el escenario “Tipo V”, 2.8% en el escenario “Tipo V Profunda” y 1.3% en el escenario “Tipo U Profunda”.
Como hemos planteado en este espacio, el escenario “Tipo V” se antoja muy poco probable. La ausencia, prácticamente total, de apoyos y medidas de estímulo para proteger a las pymes y el empleo que éstas generan, está dejando secuelas de largo plazo que hacen que la recuperación sea más lenta y débil.
Aunque el empleo ha comenzado una incipiente recuperación, es muy probable que una proporción importante de los trabajadores que están en una situación temporal de desocupación pasen a una de desempleo ante la potencial quiebra de sus fuentes de trabajo en micro, pequeñas y medianas empresas.
Tradicionalmente, la pérdida de empleos formales tarda mucho más en recuperarse que las cifras del PIB. La pérdida de empleos formales representa un fuerte retroceso para aquellos que pierden su red de seguridad social y prestaciones y se ven obligados a voltear hacia el mercado informal donde su productividad y capacidad de generación de ingresos disminuye considerablemente. Desafortunadamente, los riesgos para el crecimiento están claramente sesgados a la baja.
En la opinión de este columnista, dentro de los riesgos a la baja que destaca Banxico hay dos que son prácticamente un hecho: (i) “Que las secuelas causadas por la pandemia sobre la economía sean más permanentes”; y (ii) “Que se observen deterioros adicionales en la calificación de la deuda soberana y la de Pemex”.
A diferencia de gran parte del resto del mundo que recibió a la pandemia con una dinámica de crecimiento favorable, nuestra economía ya estaba estancada y consumiendo sus “guardaditos” para equilibrar las finanzas públicas.
Aunque ya “vamos para arriba” la recesión del 2020 será la peor en casi un siglo y la recuperación del 2021 será mucho más débil que las recuperaciones anteriores.