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Tesla y el nearshoring
En los últimos días el presidente decidió involucrarse en la decisión de la ubicación de la nueva “gigafactory” de Tesla. Ante lo que parecía un hecho consumado, la elección de Santa Catarina, el gobierno parece estar volcado a convencer al magnate Elon Musk de reubicarse en Tizayuca, Hidalgo o mejor aún, en el sur del país.
Más allá de las sospechas de motivos electorales ocultos, esta saga es importante porque el esfuerzo del gobierno sucede en el contexto del ultra comentado nearshoring. La inversión de Tesla no es necesariamente parte de este proceso, sino del éxito de la industria automotriz en México. Pero sí sucede en un momento en el cual muchas empresas de manufactura están evaluando ubicarse en México y están decidiendo instalarse en el norte y en el Bajío.
La idea del presidente de direccionar estas inversiones hacia el sur-sureste no es una tontería. Si algún riesgo tiene el nearshoring para el país es que exacerbará las desigualdades regionales. Mientras la inversión fluye a caudales a Monterrey, Saltillo, Tijuana y Ciudad Juárez; al centro y sur del país no llega. De acuerdo con una infografía de CBRE publicada por el gobernador Samuel García en redes sociales, “durante el 2022 el 99% de la reubicación de centros de producción a México fue captada por 13 estados”, entre estos Nuevo León capturó el 50%, Coahuila el 11% y Chihuahua el 7%; mientras que estados como Veracruz, Tabasco y Chiapas ni siquiera aparecen en el listado.
El problema es que el gobierno una vez más confunde la gimnasia con la magnesia.
Las acciones del gobierno en el caso Tesla pasan por alto que los procesos de decisión al momento de inversión de las empresas son complejos y específicos. Aunque existen factores comunes como la necesidad de infraestructura de transporte, energía eléctrica, gas natural y sí, agua; las necesidades de las empresas suelen ser más específicas. Por ejemplo, una armadora automotriz como Tesla no se puede poner en cualquier lugar. Necesita un terreno de por lo menos 200 hectáreas con acceso a las vías de ferrocarril y el espacio para construir una espuela de ferrocarril —vía de tren que entre a la fábrica para sacar los autos terminados—. El terreno también necesita tener acceso directo a gas natural a través de una conexión a alguno de los gasoductos privados o del SISTRANGAS.
Pero la clave no está ahí. Sin duda hay terrenos con esas características en muchas partes del país. Lo que es esencial es explotar las economías de red o network economies. Tesla se quiere instalar en Santa Catarina porque entre Saltillo y la ZM de Monterrey hay varias empresas que son sus proveedores para sus plantas en California y Austin. Estar cerca de sus proveedores, asegurar su cadena de suministro y tener acceso a una fuerza laboral capacitada, es vital para estas empresas. Estos efectos de red son los que han llevado a la creación de clusters especializados como los de autopartes en el Bajío, de equipo médico en Tijuana y de electrónica en Ciudad Juárez.
Si el gobierno quiere impulsar la inversión en el sur-sureste no basta con obligar a Constellation o Tesla. Necesita invertir para dotar de la infraestructura básica al sur-sureste como vías de comunicación a la frontera y acceso a gas natural. Pero más importante, hacer esfuerzos enfocados en crear las condiciones para que empresas —probablemente de industria ligera como la textil— quieran instalarse ahí. Pero esto requiere contar con una política industrial seria, de largo plazo y no ocurrencias mañaneras.