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Un secretario experimentado que se desdibuja
Para que a nadie le queden dudas de cuál es la función de la Unidad de Inteligencia Financiera en este gobierno, ahí está el operador político de la 4T, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, dando posesión a Pablo Gómez de un puesto ¡de la Secretaría de Hacienda!
El pudor nunca ha estado del lado de un gobierno que cree en su superioridad moral sobre cualquier otro gobierno nacional, o incluso internacional como lo pudimos escuchar en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Pero este tipo de obviedades del manejo centralizado e interesado de las instituciones lleva a preguntar cuál es el papel de los expertos a los que recurrió el presidente Andrés Manuel López Obrador para ocupar determinadas carteras.
Ahí están los incondicionales que, aun con muy poca preparación y nula experiencia, cumplen con aquella máxima del propio López Obrador de que para ser funcionario público en su gobierno se requiere 90% honestidad (como la entiende la 4T, claro) y 10% de experiencia.
Pero hay algunos cuantos funcionarios que son verdaderos expertos, bien preparados, que vaya que sorprende que se subieran a ese tren en contraflujo al sentido común que es la 4T.
Y uno de los casos más más extraños es el del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O.
Un tan reputado financiero, sustraído de las filas de la iniciativa privada, pareció llegar a marcar una diferencia real en el manejo de las finanzas públicas del país. Pero no, se ha reducido a un vocero más de lo que ordena el Presidente.
El nombramiento de Pablo Gómez en relevo de Santiago Nieto al frente de la UIF y mostrarlo bajo el control de la Secretaría de Gobernación, es el mensaje más reciente pero no el único.
Desde que llegó, Ramírez de la O no ha podido conformar al equipo que quisiera por las múltiples barreras políticas y económicas que le han impuesto. Muchos buenos cuadros le han dado las gracias cuando les dice cuánto pueden aspirar a ganar.
Le sucedió en su intento de designación del titular de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), no hubo algún verdadero experto que aceptara las condiciones y entonces le avisaron desde Palacio Nacional que su titular sería Jesús de la Fuente Rodríguez.
Ahora, desde esa comisión andan con ganas de “mandar mensajes” a las instituciones financieras para que se alineen al pensamiento cuatroteísta de estos tiempos. Ese mensaje que ya empiezan a recibir los bancos y otras instituciones tiene el sello de la recién nombrada vicepresidenta de la CNBV, Lucía Buenrostro, que, para más datos, es hermana de Raquel Buenrostro, titular del Servicio de Administración Tributaria.
Y hablando del SAT, cuando Ramírez de la O llegó a Hacienda la tan esperada reforma fiscal, que acabó en miscelánea, ya estaba redactada desde la oficina de la encargada de cobrar impuestos.
Pero lo que más sorprendió a los mercados fue la manera tímida y alineada del titular de Hacienda de subirse al tema de la contrarreforma energética.
Un hombre tan brillante y experimentado como Ramírez de la O tuvo que dar su aval a la “Reforma Bartlett” que regresaría al país a los años 70.
Este es un experto que se desdibuja bajo el manto apabullante de esta administración.