GTM quiere ser un modelo de negocios

El Gran Telescopio Milimétrico (GTM) no sólo quiere ser una maravilla científica, también quiere ser un modelo de negocios redituable.

Vamos a matar dos pájaros de un tiro: demostrar que en México tenemos talento, y también atraer recursos para nuevos proyectos científicos. Y claro, vamos a explotar al máximo la investigación , explicó Hugo Santillán, ingeniero encargado del Laboratorio del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).

Por ejemplo, los científicos mexicanos del INAOE ya están desarrollando prototipos de los paneles que componen la antena del GTM, considerando que la usan todos los telescopios del mundo y que sólo los fabrican dos empresas europeas.

Buscan también rentar horas de investigación en el Telescopio a universidades de todo el mundo e institutos de investigación, para atraer también a más comunidad científica al país.

Asimismo, detectarán más usos para la máquina de medición del GTM (que le ayuda a moverse a centésimas de micra), también creada en el país, como con la industria automotriz.

Más de 80 años observando el cielo

La cámara Schmidt

Con éste se echó a andar el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla en 1942. En torno de él se desarrolló la comunidad de astrofísica de México con investigadores de la UNAM y del INAOE. Está compuesto por un espejo, un lente y una placa de vidrio de emulsión fotográfica con la que se fotografiaron cometas, la Andrómeda, la Nebulosa Roseta, entre otras maravillas.

En 50 años logró tomar 50,000 placas. En su época fue uno de los instrumentos más avanzados del mundo, pues podía retratar una galaxia completa en 20 minutos (otros tardaban tres horas). Hoy está en proceso de actualización para seguir retratando objetos brillantes pues la calidad del cielo ha desmejorado debido al reflejo de las luces de las ciudades.

Telescopio solar

Aún en funcionamiento, ha servido desde 1937 para retratar y estudiar la corona del Sol, así como los eclipses y otros objetos brillantes, además de que permite seguir la trayectoria de Venus y Mercurio. Muchos de sus componentes han sido actualizados por piezas digitales pero opera casi en su totalidad tal y como se creó hace más de 70 años.

Todo lo que observa lo refleja en una pantalla, de la cual se sacan fotografías e incluso videos. Opera con un sistema de cuerda, como en el de un reloj, que compensa la gravedad de la tierra y un filtro de 45 grados. Su característica es que está orientado hacia el Polo Norte.