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Remates bancarios, una alternativa para adquirir una vivienda

Buscar una vivienda para tener nuestro patrimonio y formar nuestro hogar no es una tarea sencilla. Desde la ubicación y la zona en donde se encuentra, los servicios con los que cuenta, la estructura del inmueble son algunos de los factores que influyen antes de comprar un inmueble, pero ninguno tan determinante como el precio.

Al momento de adquirir una propiedad, una opción puede ser un remate hipotecario, ya que se pueden encontrar inmuebles con descuentos entre 30 y 60% del valor en el mercado.

Sin embargo, no todos los remates hipotecarios son procesos fáciles para hacerse de una propiedad y aunque el costo pudiera parecer atractivo, este tipo de adquisiciones tienen sus riesgos, por lo que antes de invertir en este tipo de inmuebles, es importante que conozca los pros y contras.

¿Qué es un remate hipotecario?

Un remate hipotecario es un proceso jurídico en el que se ordena el remate de un inmueble debido a que el propietario fue demandado por no pagar la hipoteca bancaria, y con ello, el banco recupere parte de la inversión o del crédito que otorgó.

Fernando Soto-Hay, director general de Brokers Hipotecarios, Tu Hipoteca Fácil, explicó que para ello, la institución de crédito inicia un proceso de adjudicación para el efecto de cubrir el saldo de la deuda y rematar la vivienda a cualquier comprador.

Leonardo González, analista de Real Estate de Propiedades.com, señaló que para adquirir este tipo de inmuebles, el comprador adquiere de manera indirecta el juicio para liberar esa propiedad, el cual puede durar entre seis meses y dos años, hasta que este concluya, pero dependerá de la situación jurídica del inmueble.

“La mayoría de los juicios de remates bancarios tiene que ver con hipotecas con problemas de impago. Si algún comprador está interesado en adquirir una propiedad en esta condición, es importante que conozca el procedimiento legal  para que no tenga pérdidas catastróficas una vez que se realice la adquisición del inmueble”, aseguró.

Existen dos tipos de remates hipotecarios: el judicial y el bancario, el cual a su vez se divide en adjudicados y litigiosos.

En el caso de los remates judiciales, las propiedades se sujetan a una subasta pública ante un juez y para participar se debe depositar 10% del valor de la propiedad a través de Bansefi. El precio de la vivienda se determina por las pujas el día de la subasta en el juzgado.

Mientras que los bancarios, las instituciones de crédito los ofertan de manera directa o a través de despachos jurídicos.

Desventajas

Los expertos señalaron que entre las desventajas al comprar este tipo de propiedades está que el comprador debe absorber los gastos de los abogados y notariales involucrados en el caso.

Soto-Hay destacó que todo el proceso debe de ser con capital propio, ya que los bancos no otorgan créditos para este tipo de situaciones.

Otra de las desventajas, señaló, es que las personas no tienen acceso directo a la propiedad, por lo que no saben el estado en el que se va a encontrar una vez que ganen el juicio.

En el caso de los gastos notariales, el analista de Propiedades.com manifestó que se deben de contemplar algunos costos como situación jurídica y fiscal de inmueble o si tiene el certificado libre de gravamen y el certificado ante el Registro Público de la Propiedad.

De igual forma, si se encuentra al corriente de los pagos de los servicios locales como el Predial, agua o cualquier otro.

Acuda a un experto

Si le interesa adquirir un remate inmobiliario, Leonardo González recomendó contar con la asesoría de un notario o un abogado para que lo oriente sobre el procedimiento y los gastos que se deben presupuestar en términos de derechos, impuestos y honorarios que se deban cubrir.

Leonardo González expresó que también se debe evaluar la posibilidad de liquidar el crédito de tal manera que el juicio de adjudicación se dé por finiquitado.

El director de Tu Hipoteca Fácil recomendó que un abogado litigante revise todo el proceso que se está llevando a cabo y el contrato original, ya que si no está bien llevado, se corre el riesgo de perder la propiedad.

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