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Opinión

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La verdad democrática

La mañanera ha sido un instrumento dañino para el consenso democrático. Tiene una sección, «quién es quién en las mentiras» donde cada miércoles Liz García Vilchis pretende: «luchar desde esta trinchera en contra de las mentiras de la oposición, de ataques y de algunos medios de comunicación que se dedican a desinformar, a mentir y a ofender» (EMEQUIS). Ahí, más que desmentir, señala a periodistas y opositores para ponerlos bajo los reflectores de la crítica y las amenazas de muchos seguidores del presidente.

Reporta EMEQUIS: «La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) exhortó al gobierno de AMLO, en febrero de 2022, a suprimir la sección aludida, por tratarse de “un espacio totalmente extraño a los estándares democráticos de libertad de expresión”». La mañanera, con sus “otros datos”, ha ayudado a que crezca la ya extendida desconfianza en los datos objetivos. Lo que dice el presidente es verdadero porque lo dice él, no porque los hechos del mundo sostengan sus afirmaciones. Este fenómeno se conoce como epistemología tribal; consiste en que las personas aceptan la verdad o la falsedad de las cosas por lealtad a un grupo. Un ejemplo, muchos terraplanistas afirman que la tierra es plana  porque les da membresía al club de quienes creen tal sandez. Lo mismo pasa con muchos defensores de la 4t: el huachicol bajó porque así lo estipulan los otros datos que emanan de Palacio, quien dice lo contrario miente. No pueden creer otra cosa si pretenden seguir perteneciendo al club en el poder. 

Esta estrategia desmonta la posibilidad de utilizar los instrumentos que la humanidad ha desarrollado para construir el conocimiento que nos permite distinguir lo verdadero de lo falso. Lo que es verdadero o falso ahora depende de quién emita la frase, no de su relación con el mundo: «lo dice un panista, entonces es falso» (aunque los datos digan otra cosa); «lo dice un morenista, entonces es verdadero» (aunque los datos digan otra cosa). Así, nos quedamos sin posibilidad de ponernos de acuerdo sobre cómo habremos de proceder ante la realidad que enfrentamos.

En Democracy and Truth, Sophia Rosenfeld aborda el problema de la construcción de la verdad democrática (que no es igual que la científica); sostiene que esta se elabora deliberando con el conocimiento que proviene de dos fuentes: la sabiduría del pueblo y las conclusiones de los especialistas.

El gran pleito entre tecnócratas y populistas es que cada cuál solo quiere oír la fuente de conocimiento que mejor le acomoda. La mañanera construye sobre la sabiduría del pueblo pero se aferra a desmentir las conclusiones de los especialistas. Espero que el próximo gobierno, ya de Claudia o de Xóchitl (así piden ser llamadas) elimine de tajo las mañaneras y se aboque a construir la verdad democrática entre las distintas formas de entender nuestra realidad. 

L.M. Oliveira es escritor. Autor de "El mismo polvo" y "El oficio de la venganza". Es Titular A en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe.

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