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Opinión

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Se lo dije a Murillo Karam

La columna de hoy es una resumida replica de dos anteriores publicadas en El Economista, el 11 de noviembre del 2014 y el 22 de agosto del 2015. La primera con el encabezado: “Unas preguntas para el procurador”, tuvo como propósito impugnar, con el instrumento de la lógica, la tesis del licenciado Murillo Karam sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Comparé al señor procurador General de la República, por su aspecto físico y su voz microfónica, con el emblemático locutor de la XEW don Manuel Bernal, en su personaje del Tío Polito, narrador de cuentos para niños, cuestioné el que el funcionario nos acababa de contar tres días antes, el titulado “La verdad histórica”, por el cual al terminar su narración se declaró cansado y no era para menos. Inventar, lo que sea, es cansado, e inventar mentiras todavía más. Contó que miembros del grupo Guerreros Unidos declararon que incineraron a loa 43 estudiantes. En una barranca de Cocula, donde hay un basurero, hicieron un círculo con piedras y acomodaron los 43 cuerpos como para una fogata, pusieron leña, llantas y echaron diesel o gasolina, con estos materiales ardieron durante 14 o 15 horas hasta quedar calcinados. Y colorín colorado.

Desde esta trinchera modesta pero resuelta, sostuve la idea que la teoría del entonces procurador no resistía el menor análisis lógico ya que está científicamente comprobado que para calcinar un cuerpo humano es necesaria una temperatura de 1,100 grados. Y a continuación le hice unas preguntas: ¿Cuántos litros de combustible fueron necesarios para mantener esa temperatura durante ese tiempo? ¿En dónde quedaron los recipientes del combustible? ¿Cuántas llantas y, aproximadamente, cuántos kilos de leña emplearon para la magna pira? ¿De dónde sacaron la leña? ¿Nadie percibió la enorme fogata ni el olor a carne humana? ¿A los posibles estudiantes los quemaron con todo y relojes, celulares y otros objetos de valor? O, ¿les confiscaron las pocas cosas de valor que pudieran traer? De ser así: ¿en dónde están éstas? Por supuesto que jamás obtuve respuesta.

La segunda columna llevó el mismo título de la que está usted leyendo. La escribí con motivo de que días antes el licenciado Jesús Murillo Karam había dejado de ser titular de la Procuraduría. Esa vez comparé al desempleado con un personaje con el que tiene parecido físico, un personaje de ficción, de dibujos animados, creado por el dibujante John Hubley: Mr. Magoo. Un señor de baja estatura, calvo, despistado y con una exagerada miopía que lo hace confundir un plumero con un pavo, la lavadora con el horno, una alcantarilla con la entrada al Metro y la ausencia de 43 seres humanos con una incineración colectiva en un basurero rural.

En el texto de la precitada columna cité la valoración técnica que sobre la posible incineración de los normalistas hiciera el doctor José Torero, científico de la Universidad de Quueensland (Australia), quien en un detallado informe expuso que las condiciones de la barranca de Cocula no son propicias para incinerar personas y menos tal cantidad. Concluyó que para lograr la cremación de 43 cuerpos se necesitan 30,100 kilos de madera; 13,330 neumáticos; 13,330 litros de diesel y un lapso de 60 horas. Además, se generaría una llama de 7 metros con un penacho de humo de 300. En una fogata de tal proporción no podría acercarse nadie a menos de 15 metros. ¿Cómo fue que bajaron a echar más combustible?

Terminé mi escrito expresando: “Por cierto, el personaje en estos momentos no tiene fuero lo cual podría motivar un citatorio de alguna dependencia de justicia para que exponga su ilógica tesis. Aunque puede darse el caso que Mr. Magoo reciba el citatorio y lo confunda con una boleta del predial de alguna de sus propiedades que nunca declaró cuando fue funcionario”.

Tuvieron que pasar 2,524 días para que a Polito Murillo Magoo lo citara la justicia.

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Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y Guionista de televisión mexicano. Conocido por haber hecho los libretos de programas como Ensalada de Locos, La carabina de Ambrosio, La Güereja y algo más, El privilegio de mandar, entre otros

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