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2022 el año de la transición
El año que termina puede considerarse como de recuperación después de la pandemia del Covid, aunque hay que decirlo, para encaminarse a lo que se espera un atípico año 2023, con inflación, bajo crecimiento, pero paradójicamente con creación de empleos, al tiempo que el proceso de tensión geopolítica se intensificará. Como consecuencia de la pandemia; la economía global disminuyó notablemente su dinámica con impacto en el incremento de la pobreza con un retroceso considerable en los niveles educativos de millones de jóvenes. A pesar de lo anterior, la población mundial supo responder de manera consciente, demostrando solidaridad y compasión pese al sesgo egoísta que suele caracterizarnos. Por su parte, los gobiernos en su mayoría estuvieron a la altura de las circunstancias.
Los próximos años deberán dar espacio a la salud mental para procesar adecuadamente este periodo de incertidumbre, encierro, ansiedad y estrés. A lo anterior tendrá que sumarse importantes esfuerzos de los gobiernos para acelerar procesos distributivos de riqueza para invertir la mayor cantidad de recursos en la educación y salud. Todos los países afrontarán los mismos desafíos, empero, será aún más importante redimensionar el papel del Estado en la sociedad. En las últimas décadas particularmente luego de las llamadas revoluciones de terciopelo, el Estado fue perdiendo fuerza a manos del mercado, lo anterior dio pie a que la pandemia permitiera darnos cuenta del abandono de los sistemas de salud y educativos.
El año que termina debe ser visto como el interregno entre la esperanza post pandemia y el inicio de la recomposición económica global. Es el año de la calma antes de la tormenta. Si bien en 2022 vivimos la invasión de Rusia a Ucrania que causó un impresionante despliegue informativo en occidente para desacreditar la ilegal ofensiva rusa, fuera de la zona de conflicto no ha habido, hasta ahora, mayores consecuencias más que el nuevo arreglo comercial de energéticos en la región del centro de Europa. Lo ocurrido, sin embargo, abrió la puerta a la posibilidad del surgimiento de conflictos similares que no buscan otra cosa más que impedir el avance cultural ya sea de occidente u oriente en esto que se puede definirse como el surgimiento de un nuevo bloque político-comercial que disputará con EU el liderazgo global en lo que queda de este siglo.
La tensión global estará centrada en los espacios China-Taiwán, India- Pakistán, Corea del Norte-Japón, Medio Oriente y, desde luego, la continuación de la invasión al territorio de Ucrania. Así, como ha ocurrido a lo largo de siglos, el mundo sigue su dinámica natural, por lo que lo único que podemos esperar es que lo haga tomando en cuenta las lecciones que el fin de la pandemia nos ha dejado y las alertas que este año de transición han mostrado. En suma, ha sido un año de transición hacia un año 2023 complejo que vislumbra recesión económica profunda en América Latina, China y Europa mientras que en EU será poco profunda.