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Arte e Ideas

Lectura 3:00 min

Ah, jijo: pos no está tan buena esta película, chato

Un retrato plano y sin dobleces de un personaje que merecía mucho más, sólo la estupenda actuación del español Óscar Jaenadas le hace justicia.

Lo mejor de Cantinflas, la cinta de Sebastián del Amo, es que es corta. Al menos no dura tres horas de inanes burradas.

Sonaba bien una épica biográfica de Mario Moreno, del lado b de Cantinflas. Un personaje lleno de claroscuros: el peladito que se convirtió en líder sindical; el de los múltiples romances; el que tuvo un hijo en extrañas circunstancias...

¿Qué tienen que decirnos de su rivalidad política con Jorge Negrete por el liderazgo de su gremio? ¿Por qué al final de su carrera renunció al papel del pícaro desarrapado para convertirse en un aburridísimo abuelo moralista? Puro potencial desperdiciado.

La cinta juega con dos líneas temporales: una, la historia de Cantinflas desde su humilde origen en el pesebre de las carpas; la otra, la historia de cómo se filmó La vuelta al mundo en 80 días, la aventura hollywoodense del comediante.

La idea, supongo, era mostrar varias aristas del personaje. O más bien, un ascenso rectilíneo, sin gracia, de una estrella. (Y aunque la película no lo quiera reconocer, La vuelta al mundo en 80 días fue un bodrio, por mucho la peor cinta de todas las que hizo Cantinflas).

Una historia higienizada, sin altibajos ni tensión

Esto es lo que sucede: no hay altibajos, ni sombras, ni escalada dramática. Mario Moreno de repente pasa de ser un tipo sin experiencia en el escenario a ser el increíble mimo que se apoderó de México. Tan rápido es feliz con su esposa como le es infiel...

Vamos, todo eso seguramente pasó en la vida de Cantinflas, pero lo que quiero decir es que no hay magia, no hay nada que intrigue.

Todo es tan anticlimático que cuando acaba uno se siente estafado: ¿De verdad eso es todo? ¿Eso es todo lo que podían contarme de este personaje fascinante?

Mario Moreno Ivanova, hijo de Cantinflas, es uno de los productores de la cinta; doble contra sencillo que vigiló que la historia de su padre fuera la versión más higienizada posible.

Óscar Jaenada, una Interpretación perfecta

Sin embargo, al centro de la cinta sí hay un asunto fascinante: la actuación del español Óscar Jaenada, que contra toda crítica y pronóstico se tragó a Cantinflas a cucharadas y hace una interpretación perfecta, a pesar del poco material con el que tiene que trabajar.

Por otra parte, cuando más brilla la película es cuando se recrean fragmentos de varios de los títulos más populares (no sé si los mejores) de Cantinflas. Además, invitaron a todos los actores de México a participar.

En eso la película se parece mucho a La vuelta al mundo en 80 días: un chile-mole-atole que invita a medio mundo y que tiene más ambición que sustancia.

Ni modo, chato, aquí no hay nada que ver.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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